“La experiencia argentina muestra un Estado que tempranamente quedó a la zaga de los intereses corporativos, que lo capturaron y lo convirtieron en el espacio de su puja por la distribución. A la larga, resultó un Estado desarticulado en su núcleo esencial de control y normatividad, y convertido en botín de distintos grupos prebendarios. (…) Con la democracia no se hizo nada para modificar este proceso, que, por el contrario, se profundizó”. –Luis Alberto Romero, historiador.