El cordobés

“Es más fácil conseguir un DNI con cambio de sexo que comprar un dólar”. Con esta frase breve, contundente, el gobernador de Córdoba José Manuel de la Sota marcó doblemente distancia del kirchnerismo: en su modelo cultural y en su modelo económico. Fue la primera parada de carro que recibió la Casa Rosada de parte de las provincias, sobre las que se proponía descargar el peso del ajuste al que le obligan las circunstancias. La plantada del gallego hizo reflexionar a alguien del círculo ínfimo de la presidente, y al día siguiente comenzaron a fluir los fondos hacia el interior. En primer término, hacia la provincia de Buenos Aires, donde el gobernador Daniel Scioli afrontaba una sublevación de empleados públicos, a quienes no podía pagar el aguinaldo en tiempo y forma. Luego, hacia Santa Cruz, donde el gobernador Daniel Peralta tuvo que llamar a la Gendarmería para mantener la seguridad, porque la policía provincial dejó de obedecerle en el marco de un conflicto salarial. La nueva actitud respecto de Scioli llamó la atención de los analistas: se veía en la negativa a enviarle fondos, y en las mordaces reprimendas verbales de la presidente, un castigo a su declarada pretensión de aspirar a la presidencia en el 2015. ¿Qué cambió de la noche a la mañana? ¿Las encuestas que atribuían al gobierno nacional la culpa de las penurias provinciales? ¿El conflicto de intereses sobre quién se queda con el juego en Buenos Aires? ¿O la repentina salida al ruedo de De la Sota? Sin decirlo, pero con múltiples señales, el cordobés se anotó esta semana para la carrera del 2015: aunque le dió su apoyo, se diferenció de Scioli tratando de mostrar que la suya es una provincia bien administrada, que pudo colocar un bono por más de cien millones de dólares al 9% de interés, y que los fondos que reclama a la Casa Rosada no son una ayuda sino el pago de una deuda por más de 2.000 millones de pesos que la nación mantiene con la provincia; tomó otras distancias respecto del kirchnerismo en temas como la lucha contra la trata de personas, la despenalización del consumo de drogas, y la división del sindicalismo, y se pronunció como un candidato en campaña sobre la situación económica de la Argentina en el contexto mundial. “Crecerá el consumo de soja y sus derivados, cereales, carnes y lácteos. Estamos en una posición maravillosa y no nos damos cuenta”, dijo. “Tenemos 45.000 millones de dólares en reservas y podríamos tener muchos más si realmente aprovecháramos las oportunidades del mundo”. Si el kirchnerismo pensaba que su futuro político se resolvía liquidando a Scioli y a Hugo Moyano, se equivocó: hay otros jugadores, que no adhieren a la filosofía gandhiana del bonaerense. Una dosis de realismo le aconsejó entonces no incitarlos a salir a la cancha. Al abrir el flujo de dinero hacia el interior espera calmar las aguas y aventar por lo pronto cualquier rebelión de gobernadores. Después de todo, para llegar al 2015 hay que pasar primero por el 2013, comprobar si el disparate económico aguanta, ver cómo quedan los números después de las legislativas. En la otra frase contundente de la semana, dijo el intérprete de la realidad argentina Diego Maradona: “Que se maten, pero que no lo pague la gente”. Lamentablemente, nunca fue así.

S.G.

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