Disvalores

Los alumnos de varios colegios secundarios de Buenos Aires decidieron ocupar los edificios, enojados porque no fueron consultados para la formulación de nuevos planes de estudio: al menos en un caso, los padres les dieron apoyo por acción (en una asamblea), y en el resto de los casos les dieron apoyo por omisión, ya que no pudieron ignorar dónde se encontraban sus hijos ni dónde pasaban las noches. Unos y otros padres saben muy bien que la acción de sus hijos es ilegal, y además carece de toda justificación, pero todos evidentemente privilegiaron valores que el resto de la sociedad no entiende bien cuáles son. En mayo pasado, el hijo de un conocido locutor de militancia progresista circulaba alcoholizado por la Panamericana, embistió a un ciclista, y lo llevó colgando sobre el capot de su vehículo 17 kilómetros hasta que un puesto de peaje lo obligó a detenerse. En ese momento describió el hecho como “un fatal accidente”, esta semana dijo que ni siquiera estaba arrepentido: “Uno no puede pedir perdón ni disculpas por algo de lo que no se siente responsable”, declaró. Uno no puede dejar de preguntarse en qué sistema de valores fue educado ese joven, qué sistema de valores ampara esas conductas. La madre de un niño de la provincia de Buenos Aires dijo que su nene desde chiquito quería ser nena, entonces ella lo vistió como tal, le puso nombre de mujer, así lo mandó a la escuela, y así lo recibieron allí. Ahora la señora pide al estado que lo reconozca como mujer y le cambie en consecuencia la identidad. El estado argentino ya decidió que el sexo no es algo orgánico sino mental, de manera que no va a tener problemas. Aparte de esa cuestión sustantiva, todo el mundo parece dar por supuesto que el niño de seis años ya eligió, nadie se pregunta si otros eligieron por él. Todos los involucrados parecen estar defendiendo en realidad cuestiones que poco tienen que ver con el destino individual de este infortunado niño. Son tres casos distintos, con un denominador común: en los tres, los padres parecen inducir o haber inducido en sus hijos comportamientos contrarios al desenvolvimiento normal de la vida en sociedad. No parece haber aquí padres confundidos en cuanto a lo que está bien y lo que está mal, sino padres que militan activamente en la inducción de disvalores, de pautas de conducta francamente antisociales. –S.G.

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