Dogmatismo, ignorancia, homosexualidad

Cuando la ignorancia se combina con el dogmatismo ideológico produce resultados que serían desopilantes si no revelaran al mismo tiempo el lamentable estado de nuestra sociedad. Los estudiantes izquierdistas de la Facultad de Medicina tienen problemas con la comprensión de textos (en lo que no están solos) e impugnaron a una profesora de medicina legal que propuso una guía para tipificar el delito homosexual, esto es las situaciones delictivas en que suelen verse involucradas personas homosexuales como consecuencia de esa condición. Confundieron, al parecer, “delito homosexual” con “homosexualidad como delito”, arremetieron contra la profesora (en estos casos los progresistas son partidarios de la mano dura, y no les tiembla a la hora de apretar el gatillo), y le dijeron de todo menos bonita, además de plantarle una denuncia en el INADI. Los muy brutos no advirtieron que buena parte de las situaciones enumeradas por la docente son consecuencia de los daños psicológicos producidos por la estigmatización de la homosexualidad, y que podrían haber usado esas pautas para sus coloridas campañas proselitistas a favor de la ideología de género. Pero no les dio el coco para tamaña sutileza. Otros con problemas de entendederas son los periodistas, todos educados por la academia en las galas del pensamiento progresista. Tomaron como propio el punto de vista de los denunciantes, y no hicieron conocer ni una sola voz en discrepancia, dando a entender que el tema no es materia opinable. En esta tesitura, demostraron que ni siquiera son capaces de informarse, y formar su propio criterio, a partir de los mismos medios en los que trabajan, cuyas secciones policiales confirman día tras día que la tipificación propuesta por la experta es sumamente acertada (y seguramente le sirvieron de fuente para esbozarla). Pero nunca hay que dejar que la realidad contradiga una consigna ideológica trabajosamente armada. Para coronar este verdadero raid de desatinos llegaron las autoridades de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, cuya pusilanimidad bordeó cómodamente el ridículo: “Nuestra facultad es ampliamente respetuosa de las creencias de las personas, y como tal está en contra de todo acto de discriminación”, proclamó su secretario académico, lo que me autoriza a pensar que en ella  coexisten por ejemplo orientaciones creacionistas y evolucionistas. Y agregó: “También es defensora de la libertad de cátedra, pero en nombre de ésta no se puede herir la sensibilidad de las personas”. Esta última frase, que somete el escrutinio científico a la corrección política, tuvo la utilidad práctica de confirmar que la universidad estatal está en las manos equivocadas. –S.G.

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