Brexit

El 23 de junio, los habitantes del Reino Unido acudirán a las urnas para votar en un referendo sobre su permanencia o separación de la Unión Europea. Hace más de 40 años, en 1975, los británicos apoyaron en una consulta similar su pertenencia al bloque, pero buena parte de la sociedad no está conforme con los resultados, y dirigentes políticos de diversas tendencias argumentaron que muchas cosas habían cambiado en la UE como para que se justificara una nueva consulta. El primer ministro David Cameron aceptó la iniciativa y dijo que era hora de resolver de una vez por todas un asunto que nunca terminó de conformar. El referendo de este mes será vinculante, y no habrá vuelta atrás en lo que en él se decida. Un observador local dijo que se encontraba frente a la decisión política más importante de toda su vida. Quienes promueven la desvinculación de la Unión Europea lo hacen invocando las libertades individuales más básicas, de todo orden. Observan que la pertenencia al bloque continental los sujeta políticamente a la autoridad de una burocracia no electa ni obligada a rendir cuentas, y económicamente los deja atados de pies y manos a una marea de regulaciones que sofocan toda creatividad y crecimiento. Para promover sus argumentos han producido una película llamada “Brexit” (British exit) en la que el espíritu liberal de la vieja Inglaterra alienta en un vibrante alegato en contra de la concentración económica y política. Gaucho Malo simpatiza con su causa, y ofrece a continuación el enlace a esa película, que lamentablemente no está traducida pero que ningún amante de la libertad capaz de entenderla puede dejar de ver. Su elocuencia excede la circunstancia para la que fue pensada.

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2 opiniones en “Brexit”

  1. También es cierto que la Unión Europea es hasta ahora el mejor modelo que ha logrado resolver las enemistades de las potencias europeas dentro de una estructura institucional pacífica. Cuando Gran Bretaña se incorporó en 1975 a lo que entonces era la Comunidad Económica Europea, apenas habían pasado tres décadas de la Segunda Guerra Mundial, el peligro de una Tercera con múltiples armas nucleares, incluidas tácticas que apuntaban desde y hacia Europa Oriental a dos lados de la Cortina de Hierro. Si tomamos en cuenta el desastre que han sido las rivalidades de potencias europeas para el resto del mundo–en particular el bloque germano-austríaco contra Francia y Rusia–el proyecto institucional pan-europeo ha sido la mejor solución, y pacífica y pujante, de posguerra. Es, también, con todos sus defectos, la mejor respuesta a preservar todos los atributos que uno quiere ver en el territorio propio, desde la comuna hasta el país, en un régimen de fronteras abiertas que se corresponde con mayor fidelidad a un mundo de libre circulación de ideas y capital, pero no personas. Todas las fronteras nacionales que existen son, en esencia, el resultado de guerras entre vencedores y vencidos para parcelar algo–el mundo–que nos pertenece a todos (y no solamente a los seres humanos, como con frecuencia olvidamos) y a nadie. Con su pertenencia a la Unión Europea, el Reino Unido no ha sacrificado absolutamente ninguno de los atributos que lo convierten en un estado plurinacional y multicultural, con beneficios comerciales y económicos que superan las desventajas. Con todo su régimen burocrático, la Unión Europea es fundamentalmente una estructura democrática en la cual las democracias que la componen están integradas en una amplia red de organismos. No es menos democrática por eso la UE que una democracia que, en esencia y a escala menor, es lo mismo: la ciudadanía tiene voz y voto en la elección de funcionarios y autoridades principales, pero tiene poca o ninguna influencia en la burocracia intermedia que hace girar (o detener) las ruedas del país.

    En otras palabras, Gran Bretaña, los países de Europa, y el mundo, están mejor con la UE que sin él. Es un modelo a imitar, uno que resuelve las rivalidades nacionales y disuelve los conflictos.

    1. Su comentario es muy razonable, bien argumentado y atendible. Pero gaucho malo instintivamente tiende a pensar que todo lo que va en dirección de la concentración política y de la concentración económica, y la UE va en esas dos direcciones, va en contra de la libertad de las personas, ya impotentes frente a centros de poder político y económico cada vez más inasibles, más incomprensibles, más incontrolables, más enmascarados tras una red infinita de mediaciones. La gente común no tiene oportunidad de cuestionar, no sabría cómo hacerlo, y mucho menos cómo hacerlo matizadamente. Sólo le queda, a veces. la oportunidad de decir que no; ésta es una de ellas, y se la ofreció su gobierno local.

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