Bibi y Bolton imponen su agenda

Por Pat Buchanan *

Haciendo caso omiso de los ruegos desesperados de nuestros aliados de la OTAN, el presidente Trump desdeñosamente arrojó esta semana a la basura el acuerdo nuclear con Irán y volvió a imponerle sanciones. Y puso sobre aviso a la primer ministro británica Theresa May, al presidente francés Emmanuel Macron y a la canciller alemana Angela Merkel acerca de que ellos mismos debían cortar sus lazos con Irán o arriesgarse a ser objeto de sanciones secundarias. Para despejar cualquier duda, el secretario del tesoro Steve Mnuchin ordenó a Airbus que cancelara el contrato de 19.000 millones de dólares para la venta de 100 aviones comerciales a Irán.

¿Y quiénes aplauden a Trump por haber roto el acuerdo?

Los neocons1 que procuraron extinguirlo políticamente en 2016, las monarquìas del Golfo, Bibi Netanyahu y el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica. El CGRI ya les había advertido a los iraníes que los norteamericanos jugaban sucio.

Tan pronto Trump concluyó su discurso, Bibi lanzó ataques contra bases iraníes en Siria, y voló a Moscú para persuadir a Vladimir Putin de que no proporcionara a los iraníes ninguna clase de defensa aérea contra los ataques israelíes. Las fuerzas iraníes respondieron disparando 20 misiles contra el Golán, lo que a su vez desencadenó el jueves por la noche un contundente contraataque israelí: 70 misiles arrojados contra bases iraníes en Siria.

Al parecer nos encontramos en los comienzos de una nueva guerra, cuyo final no logramos avizorar. Pero para Bibi y para el asesor de seguridad nacional John Bolton, el objetivo ha sido siempre claro: aplastar a Irán y lograr un cambio de régimen.

El martes, Trump advirtió que Irán está “en busca de armas nucleares” y que “si no hacemos algo … en poco tiempo, el peor patrocinador del terrorismo de estado en el mundo estará a las puertas de adquirir el arma más peligrosa del mundo.”

¿Y dónde están las pruebas para semejante afirmación bushesca?

Si Irán está “en busca” de la bomba, ¿por qué 17 organismos de inteligencia estadounidenses dijeron en 2007 y en 2011, “con alto grado de certeza”, que Irán ni siquiera tiene un programa de armas nucleares?

Saddam Hussein no logró convencernos de que no tenía armas de destrucción masiva porque esas armas inexistentes eran el pretexto, el casus belli, para que hiciéramos lo que el Partido Belicista ya había decidido hacer: invadir Irak. Nos metieron en esa guerra con mentiras. ¿Y cómo resultó?

¿Por qué la Comisión de Relaciones Exteriores [del Senado] no ha citado a los jefes de los organismos de inteligencia de los Estados Unidos para preguntarles sin vueltas: ¿Tiene Irán un programa en marcha para obtener la bomba nuclear, o todo esto no es otra cosa que un hato de mentiras para arrojarnos a otra guerra? Si Irán está desarrollando la bomba, que los organismos de inteligencia nos digan dónde, así podemos enviar inspectores y mostrárselo al mundo.

Ya se han puesto en marcha algunos esfuerzos para evitar que nos veamos arrastrados a una nueva guerra.

Los europeos le ruegan a Irán que respete las condiciones del acuerdo nuclear, aunque los norteamericanos no lo hagan. Pero el régimen de Hassan Rouhani, que en dos oportunidades derrotó a los candidatos de los ayatolás, está en dificultades. El acuerdo nuclear y la apertura a Occidente fueron las razones por las que los hijos del Movimiento Verde del 2009 le dieron el voto a Rouhani. Si sus dificultades se agravan como consecuencia del restablecimiento de las sanciones estadounidenses y occidentales, la gente va a pensar que su mayor logro, el acuerdo nuclear, no fue más que la fallida jugada de un tonto que confió en los norteamericanos. Si Rouhani cae, podría ser sustituido por la Guardia Revolucionaria, cosa que no le gustaría a nadie excepto al Partido Belicista, que podría aprovechar la ocasión como un pretexto para la guerra.

Es difícil predecir lo que pueda pasar después.

Irán no quiere trabarse en Siria en una guerra con Israel que no puede ganar. El Hezbolá, que acaba de lograr un triunfo arrollador en elecciones democráticas en el Líbano, no quiere una guerra con Israel que sólo traería devastación al país que actualmente gobierna.

Los rusos no quieren una guerra ni con Israel ni con los Estados Unidos. Pero si Putin acudió al rescate de una Siria acosada por el ISIS y al Qaeda para salvar a su aliado de una vasta insurgencia, tampoco cabe esperar que se resigne a contemplar impotente una incesante seguidilla de ataques aéreos y misilísticos contra Siria.

Trump había prometido retirar las tropas norteamericanas de Siria. Pero Bolton y los generales parecen haberlo hecho cambiar de idea. Hay versiones de que estamos reforzando a los kurdos de Manbij, sobre la margen occidental del Éufrates, pese a que el presidente Recep Tayyip Erdogan ha reclamado que los kurdos desalojen todas las ciudades sirias fronterizas con Turquía. También se ha informado de que hay norteamericanos en la frontera de Yemen, ayudando a Arabia Saudí a localizar los sitios de lanzamiento de los cohetes disparados contra Riad por los rebeldes hutíes, en represalia por tres años de salvajes ataque saudíes contra su país.

Entretanto, las noticias que llegan desde Afganistán, nuestra puerta de entrada a las guerras del medio oriente hace ya casi una generación, son casi igualmente malas: en su mayoría referidas a ataques dinamiteros terroristas contra el ejército y los civiles afganos.

La política exterior que votaron quienes votaron a Trump ha sido reemplazada por la agenda que Bibi y los neoconservadores tienen para el medio oriente. O por lo menos así parece.

* Ex asesor de los presidentes Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos en 1992 y 1996. Su último libro es Nixon’s White House wars: The battles that made and broke a president and divided America forever.

© Patrick J. Buchanan.
Versión castellana y notas © Gaucho Malo.

  1. Conservadores procedentes de las filas del Partido Demócrata, el sionismo y la izquierda antistalinista. Tuvieron gran influencia en la política exterior de George W. Bush. []

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