Trump se acerca a su batalla decisiva

Por Pat Buchanan *

“Traición, cohecho u otros delitos y faltas graves..” Según la Constitución, estas son las causas que habilitan el enjuiciamiento político de un presidente. Y si atendemos a nuestras élites, Donald Trump es culpable de todas ellas.

La negativa de Trump a cuestionar la afirmación de Vladimir Putin en Helsinki en el sentido de que los muchachos de su GRU 1 no hackearon la campaña de Hillary Clinton ha sido calificada por un ex director de la CIA como traición, la deliberada omisión de cumplir con el jurado deber de proteger y defender a los Estados Unidos. Afamados periodistas y ex altos funcionarios gubernamentales han descrito la interferencia rusa en la Convención Nacional Demócrata como “un acto de guerra” comparable a Pearl Harbor. El New York Times publicó un artículo acerca de cuántos son los que ahora acusan a Trump de traición. Otros sugieren que Putin está chantajeando a Trump, o que lo tiene a sueldo, o que tiene un arreglo con él desde hace mucho tiempo. “¿Dónde están nuestros hombres de armas? ¡El comandante en jefe está en manos del enemigo!”, bramó el legislador Steve Cohen.

Aparentemente, en la izquierda hay quienes piensan que necesitamos un golpe militar para salvar nuestra democracia

Desde que Robert Welch, de la John Birch Society 2, calificara a Dwight Eisenhower como “agente deliberado de la conspiración comunista”, nunca se han proferido acusaciones semejantes contra un presidente. Pero mientras los de la Birch eran, digamos, un poquito marginales, hoy es el propio establishment el que aúlla “¡Traición!”

¿Cómo explicar esta histeria?

El peor escenario sería que realmente el establishment creyera en las tonterías que escupe. Pero eso resulta difícil de aceptar. Como el chico que gritaba “¡Lobo!”, el establishment ha gritado “¡Fascista!” demasiadas veces como para ser tomado en serio.

Hace un mes, los anti-Trump comparaban la separación de los chicos inmigrantes de los adultos detenidos, que los introdujeron ilegalmente en los Estados Unidos, con los campos de concentración de Franklin Roosevelt para los japoneses norteamericanos. Algunos comentaristas equipararon esa separación a lo que los nazis hicieron en Auschvwitz. Si el establishment realmente creyera estas pamplinas, sería un inadmisible riesgo de seguridad permitir que volvieran a acercarse a los resortes del poder.

Aplicando la navaja de Ockam 3, la verdadera explicación es la más simple: las élites estadounidenses perdieron los estribos ante los éxitos de Trump y su propia incapacidad para bloquearlos.

Trump está desregulando la economía, rebajando los impuestos, designando un número sin precedente de jueces federales, reconfigurando la Corte Suprema, y usando los aranceles para reducir los déficit comerciales y la tribuna para fustigar a los aliados aprovechadores. Y, lo peor de todo, Trump se propone evidentemente cumplir su promesa de campaña y mejorar las relaciones con Rusia y entenderse con Putin.

“¡Antes muertos!”, parece gritar la élite del círculo rojo.

De ahí las armas retóricas de destrucción masiva disparadas contra Trump: mentiroso, dictador, autoritario, faldero de Putin, fascista, demagogo, traidor, nazi.

Semejante lenguaje se parece mucho a la incitación a la violencia. Uno se pregunta si los resentidos miden el impacto de las palabras que utilizan tan a la ligera. Algunos de nosotros todavía recordamos cómo se acusó a Dallas de complicidad en la muerte de John Kennedy por agravios mucho menos tóxicos que éstos.

La histeria post Helsinki revela no sólo la mentalidad de los enemigos del presidente, sino la profundidad de su decisión de destruirlo. Se proponen quebrar a Trump y derribarlo, quieren someterlo a jucio político, removerlo, acusarlo y procesarlo, y arrojar al basurero de la historia la agenda por la que fue postulado y electo.

El jueves, Trump indicó que sabe perfectamente lo que se está tramando, y arrojó el guante: “La Prensa de las Noticias Falsas ansía desesperadamente un enfrentamiento mayúsculo con Rusia, incluso capaz de llevar a la guerra. Están presionando de manera dura y desembozada, y aborrecen la idea de que yo probablemente logre una buena relación con Putin.”

Lo que Trump dice es lo siguiente: Voy a desactivar esta Segunda Guerra Fría antes de que se convierta en la guerra caliente que nueve presidentes norteamericanos evitaron, a pesar de provocaciones soviéticas mucho más graves que la divulgación por Putin de unos emails demócratas que mostraban cómo Debbie Wasserman Schultz se la había clavado a Bernie Sanders.

Y a continuación la Casa Blanca sugirió que Vlad podría venir a comer un día de éstos.

Trump se aproxima a la batalla decisiva de su presidencia, una redefinición de la política internacional estadounidense tendiente a evitar choques y conflictos con Rusia, y a dejar de lado compromisos adquiridos durante la Guerra Fría que ya no tienen nada que ver con los intereses nacionales de este país.

Sin embargo, si se propone llevar adelante su agenda –salir de Siria, retirar las tropas de Alemania, reconsiderar el compromiso del artìculo 5 de la OTAN de ir a la guerra en beneficio de 29 naciones, algunas de las cuales, como Montenegro, los norteamericanos no podrían ubicar en el mapa– se verá ante la batalla más brutal de su presidencia. La histeria de Helsinki es una muestra.

Al defender el Brexit, desestimar a la Unión Europea, sugerir que la OTAN es obsoleta, salir de Siria y tratar de entenderse con Putin, Trump amenaza a todo el establishment diplomático estadounidense con lo que éste más teme: la irrelevancia.

Porque si no hay una guerra en curso, ni hay una guerra en ciernes, y nadie quiere una guerra, ¿qué hace el Partido Belicista?

* Ex asesor de los presidentes Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos en 1992 y 1996. Su último libro es Nixon’s White House wars: The battles that made and broke a president and divided America forever.

© Patrick J. Buchanan.
Versión castellana y notas © Gaucho Malo.

  1. El servicio de inteligencia internacional ruso. []
  2. Grupo conservador famoso por su encendida retórica anticomunista. []
  3. Principio atribuido al fraile franciscano Guillermo de Ockam, según el cual la solución más sencila a un problema suele ser la más acertada. []

Califique este artículo

Calificaciones: 0; promedio: 0.

Sea el primero en hacerlo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *