Trump prepara un gabinete de guerra

Por Pat Buchanan *

Probablemente el último hombre capaz de interponerse entre los Estados Unidos y una guerra con Irán sea un general de cuatro estrellas a quien sus subordinados apodan afectuosamente “Perro rabioso”. El general James Mattis, que es secretario de defensa, parece ser el único en la Sala de Situación convencido de que vale la pena preservar el acuerdo nuclear con Irán, y que una guerra con Irán es una idea espantosa. Sin embargo, a diferencia de Mattis, el presidente Donald Trump se muestra abocado a crear un gabinete de guerra.

El propio Trump prometió retirarse del acuerdo nuclear con Irán –“el peor acuerdo de la historia”– y reimplantar las sanciones en mayo. Su nuevo asesor en seguridad nacional John Bolton, autor de un artículo de opinión titulado “Para evitar que Irán tenga la bomba, bombardear a Irán”, se ha pronunciado a favor de ataques preventivos y de “un cambio de régimen”. El secretario de estado designado Mike Pompeo describe a Irán como “un brutal estado policial”, una “teocracia despótica”, y “la vanguardia de un imperio pernicioso que expande su poder e influencia a través del medio oriente”.

El gobernante árabe favorito de Trump, el príncipe saudí Mohamed bin Salman, de 32 años, describe al ayatolá iraní Jamenei como “el Hitler del medio oriente”. Bibi Netanyahu está personalmente obsesionado con Irán, y dice que el acuerdo nuclear representa una amenaza para la supervivencia de Israel y que Irán es “la mayor amenaza a nuestro mundo”. Y la embajadora norteamericana ante la ONU, Nikki Haley, repite lo que dicen todos ellos.

Sin embargo, Irán no parece querer una guerra. Los inspectores de la ONU rutinariamente confirman que Irán se atiene estrictamente a los términos del pacto nuclear. Entre enero de 2016 y agosto de 2017 los buques de guerra estadounidenses en el golfo Pérsico solían encontrarse con lanchas rápidas y drones iraníes, ahora todo eso ha cesado. Embarcaciones de ambos estados han operado virtualmente sin incidentes.

¿Cuáles serían las consecuencias de que Trump rechazara el acuerdo nuclear?

La primera sería el aislamiento de los Estados Unidos. China y Rusia no cancelarían el acuerdo, sino que más bien darían acogida a Irán en su campo. Inglaterra, Francia y Alemania tendrían que elegir entre el acuerdo y los Estados Unidos. Y si Airbus viera esfumarse las órdenes iraníes por centenares de aviones nuevos, ¿cómo les caería eso a los europeos?

¿Cómo reaccionaría Corea del Norte si los Estados Unidos cancelara un acuerdo por el cual Irán, después de aceptar severas restricciones a su programa nuclear y de allanarse a intrusivas inspecciones, se viera despojado de los beneficios que los norteamericanos le prometieron? ¿Por qué Pyonyang, después de habernos visto atacar a Irak, que no tenía armas de destrucción masiva, y a Libia, que había entregado sus armas de destrucción masiva para tranquilizarnos, llegaría a considerar alguna vez la renuncia a sus armas nucleares, especialmente después de comprobar que los líderes de ambas naciones fueron ejecutados?

Y si los otros cinco firmantes del acuerdo con Irán mantienen su adhesión a pesar de nosotros, ¿entonces qué hacemos? ¿Buscamos un casus belli para ir a la guerra? ¿Por qué? ¿De qué manera Irán nos amenaza?

Una guerra, de la que participarían buques de guerra estadounidenses contra enjambres de lanchas torpederas iraníes, podría clausurar el golfo Pérsico al transporte de petróleo y provocar una crisis en la economía mundial. Los yijadistas chiítas antinorteamericanos de Beirut, Bagdad y Bahrein podrían atacar personal civil y militar norteamericano. Puesto que ni el ejército ni la marina cuentan con las tropas suficientes como para invadir y ocupar a Irán, ¿tendremos que restablecer la conscripción militar? Y si decidiéramos bloquear y bombardear a Irán, tendríamos que eliminar todos sus misiles antibuque, sus submarinos, su armada, su fuerza aérea, sus misiles balísticos y su sistema de defensa aérea.

¿Y acaso un golpe preventivo contra Irán no galvanizaría a su pueblo en el odio contra nosotros, tal como el golpe preventivo japonés en Pearl Harbor nos unió en la decisión de aniquilar su imperio?

¿Cómo luciría el índice Dow Jones tras un ataque contra Irán?

Trump fue postulado porque prometió mantenernos lejos de guerras estúpidas como ésas a las que nos arrojaron tipos como John Bolton y los republicanos de Bush. Después de 17 años, todavía estamos atrapados en Afganistán, tratando de evitar que los talibanes que derrocamos en el 2001 vuelvan a Kabul. Tras nuestra invasión del 2003, Irak, otrora un baluarte contra Irán, se convirtió en un aliado chiíta de Irán. Los rebeldes que apoyamos en Siria han sido derrotados. Y Bashar al Assad –gracias al apoyo de Rusia, Irán, Hezbolá y las milicias chiítas del medio oriente y el Asia central– se ha reafirmado en el trono. Los kurdos, que confiaron en nosotros, fueron aplastados en Siria por Turquía, nuestro aliado en la OTAN, y por el ejército iraquí que entrenamos en Irak.

¿Y qué piensa Trump, el que nos aseguró que no habría más guerras estúpidas? Truman y Johnson nos metieron en guerras que no pudieron terminar, y ambos perdieron sus presidencias. Eisenhower y Nixon pusieron fin a esas guerras, y fueron recompensados con triunfos arrolladores. Después de la aplastante victoria de Tormenta del Desierto, Bush padre no pudo conseguir un segundo mandato. Después de invadir Irak, Bush hijo perdió ambas cámaras del Congreso en el 2006, y su partido perdió la presidencia en el 2008 frente al antibelicista Barack Obama.

Hubo un tiempo en que Trump parecía entender esta historia.

* Ex asesor de los presidentes Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos en 1992 y 1996. Su último libro es Nixon’s White House wars: The battles that made and broke a president and divided America forever.

© Patrick J. Buchanan.
Versión castellana y notas © Gaucho Malo.

 

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