¿Quién mató a Mugica?

Perón, Mugica, Cámpora

Hace cuarenta años unas balas asesinas pusieron fin a la vida de Carlos Mugica, un sacerdote que había hecho suya la opción por los pobres proclamada por la Iglesia a la que pertenecía y que representaba. Pasó todo ese tiempo y todavía no sabemos quién disparó esas balas, o pretendemos no saberlo. La manipulación de la historia es nuestra especialidad, porque la historia manipulada justifica y presta pergaminos de antigüedad a las parcialidades del presente. En el caso de Mugica, las opciones más plausibles son dos: o a Mugica lo mataron los Montoneros, una de esas formaciones especiales que Juan Perón había alentado o prohijado desde el exilio, o lo mató la Triple A, el somatén reclamado por el propio Perón para poner en caja a esas mismas formaciones especiales cuando, a poco de finalizar su exilio, advirtió que se le habían escapado de las manos. Conviene dejar sentado en este punto que la vasta mayoría de la sociedad argentina de la década del setenta se sentía al margen de ese duelo entre la izquierda y la derecha peronistas, y así como lamentó la muerte de Mugica no tuvo dudas en cuanto a insertarla en ese debate armado. Preguntarse entonces hoy quién mató a Mugica es un caso flagrante de mala conciencia: a Mugica lo mataron los peronistas, y eso es lo que cuenta; qué parcialidad peronista apretó el gatillo es un dato menor cuyo esclarecimiento sólo serviría hoy como herramienta de propaganda a los herederos de uno u otro de esos bandos. No le devolvería la vida a Mugica, ni cambiaría la verdad histórica de que el sacerdote fue víctima de la interna peronista. Lo terrible, lo verdaderamente espantoso de este caso, es que cualquiera de las parcialidades acusadas del asesinato pudo haber tenido motivos para matar al cura, incluso para tirarle un muerto a la otra, tan retorcida es la lógica criminal que anida en el movimiento que lleva el nombre de Perón. La historia peronista está saturada de muertes misteriosas, que nunca se esclarecen, y que tienen que ver con sus luchas de poder o de negocios: ¿Quién mató a Juan Duarte? ¿Quién mató a Rosendo García? ¿Quién mató a Augusto Vandor? ¿Quién mató a José Rucci? ¿Quién mató a Mugica? Preguntas y dudas propias de un entorno mafioso. El gobierno peronista intenta ahora, sin rozar esas peligrosas cuestiones, apropiarse de la figura y la memoria del sacerdote, en un alarde extremo de hipocresía con el que intenta enjuagar su venalidad. Afortunadamente, las guerras del kirchnerismo son más bien verbales y narrativas. En esas batallas ha logrado corromper y desfigurar todo lo que en algún momento incorporó su relato, por lo que la pregunta para hacerse hoy es si al reivindicarlo como propio, el peronismo kirchnerista no habrá puesto en marcha la segunda muerte de Carlos Mugica.

–Santiago González

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