Luz amarilla para el PRO

Las cosas no pintan bien para Mauricio Macri. El resultado en Santa Fe fue extremadamente decepcionante: en los últimos dos años, su criatura Miguel del Sel no logró mejorar el respaldo que había cosechado en la última elección y quedó ahí, discutiendo con el árbitro, en paridad de votos no sólo con los socialistas sino –¡horror!– también con los kirchneristas. Para peor, el PRO esperaba conseguir en Santa Fe un empuje triunfal capaz de contagiarse a la vecina Córdoba, donde hasta ahora no hay razones para el optimismo. Santa Fe no, Córdoba tampoco, Mendoza es otra historia, la ciudad de Buenos Aires veremos. ¿Dónde va a cargar Macri el combustible necesario para asaltar la complicada provincia de Buenos Aires? Ya son varios los analistas que empiezan a hacerse la pregunta que este sitio planteó casi un mes atrás: ¿se está reservando Macri para el 2019?

Muchos le reprochan haber rechazado un acuerdo con Sergio Massa. El casi cuatro por ciento que se llevó el massista Oscar Martínez en Santa Fe podría haber engrosado el apoyo a Del Sel, dicen, y hoy el macrismo habría estado cantando victoria y soltando globos. Pero esas matemáticas fáciles poco tienen que ver con la política. No es la falta de acuerdo con Massa lo que pone en problemas al PRO, sino algunos errores de enfoque. Macri parece no haber aprendido todavía que las técnicas de comercialización aplicadas en su vida de empresario no son literalmente transladables a la arena política. Insiste en instalar al PRO en la cabeza de la gente como si fuera un jabón: hablando de cosas que nada tienen que ver con el jabón, o cayendo en simplezas y obviedades como decir que “lava más blanco”. Imaginó que Del Sel, una persona conocida por su trayectoria en el negocio del espectáculo, iba a captar la imaginación de los santafesinos, y que la adhesión de Carlos Reutemann iba a fortalecer ese vínculo. Pero el resultado electoral muestra que Del Sel, con Lole o sin Lole, no captó la imaginación de nadie, por la sencilla razón de que en una provincia con graves problemas no ofreció otra cosa que generalidades y buenas intenciones. A Del Sel lo votó el mismo núcleo antikirchnerista y antisocialista que lo había votado años atrás, y que habría votado a cualquiera que representara ese “anti”.

Un error similar está cometiendo en Córdoba, una provincia todavía más complicada. Allí su criatura es el ex árbitro Héctor Baldassi, otra figura popular, conocido como “la coneja”. A Macri le encanta hacer referencia a “la coneja” Baldassi, y cada vez que viaja a Córdoba se le oye hablar de “la coneja” de aquí y “la coneja” de allá. Hasta la publicidad partidaria en la provincia postula a Oscar Aguad y “la coneja” Baldassi. Tal vez sus asesores le han hecho creer que en las tierras de “la mona”, “la coneja” corre con ventaja, y que hablar de “la coneja” Baldassi en lugar de Héctor Baldassi lo acerca a la gente. Juan Schiaretti, entretanto, contempla con parsimonia serrana sus diez puntos de ventaja en las encuestas, y se imagina a Macri corriendo la coneja el día del escrutinio. Desde Mendoza, en cambio, donde los radicales y el PRO no renegaron de la alianza con el massismo, pueden llegar el domingo noticias más alentadoras: el grupo tiene todas las posibilidades de arrebatarle la provincia al kirchnerismo. Pero, ¡ay!, el candidato a la presidencia con mayor intención de voto en ese estado cuyano es Daniel Scioli. Ocurre que las elecciones provinciales siguen una lógica eminentemente local, y la correlación de fuerzas que reflejan no se repite automáticamente cuando se trata de elecciones nacionales.

–S.G.

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