León Ferrari 1920-2013

“Créase o no, este hombre que pasó su infancia en las iglesias, que se despachó sin miedo contra el poder -de todo tipo- recibió del establishment el mayor de los reconocimientos, hasta tal punto que ‘tener’ un Ferrari se convirtió en objeto de deseo”, escribe asombrada Alicia de Arteaga en La Nación al describir la trayectoria del fallecido Luis Ferrari. No debería asombrarse. Sus “provocaciones” eran totalmente inofensivas, casi divertidas, como un chico que dice malas palabras para llamar la atención de los mayores: el establishment no se equivoca sobre esas cosas. Se equivocan, en cambio, los que tienen la cabeza inflamada de ideologías, prejuicios y resentimientos, como los editores de Página 12, que hoy le dedicaron la tapa. Previsiblemente, escasean las evaluaciones estéticas de la obra de Ferrari. Vale recordar que, en los iconoclastas y transgresores 60s, Jorge Romero Brest no la consideró en condiciones de optar al Premio Di Tella.

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