Por Pat Buchanan *
La semana pasada era Venezuela la que estaba en la mira de las armas norteamericanas. “Si bien es deseable una solución pacífica, también es posible una acción militar”, bramó el secretario de estado Mike Pompeo. “Si eso es lo que se necesita, eso es lo que los Estados Unidos harán”. John Bolton aleccionó a Vladimir Putin sobre el significado de la Doctrina Monroe: “Éste es nuestro hemisferio. No les corresponde a los rusos interferir aquí.”
El domingo por la noche, cuando resultó evidente que el ejército venezolano no iba a levantarse para derrocar a Nicolás Maduro, las miras apuntaron contra Irán.
Bolton despachó hacia el medio oriente al portaaviones USS Abraham Lincoln con cazas y bombarderos “para enviar un claro e inconfundible mensaje al régimen iraní de que cualquier ataque contra los intereses de los Estados Unidos o los de nuestros aliados será respondido con fuerza contundente.”
¿De qué “ataque” hablaba Bolton?
Según el sitio noticioso Axios, Israel había alertado a Bolton de que era inminente un ataque iraní contra intereses norteamericanos en Irak.
En vuelo a Finlandia, Pompeo se hizo eco de la advertencia de Bolton: “Hemos asistido a una escalada de acciones por parte de los iraníes, y los responsabilizamos de cualquier ataque contra intereses norteamericanos… (Si) ocurre algo por el estilo, incluso por medio de terceros, sea un grupo miliciano chiíta, o los hutíes o el Hezbolá, vamos a responsabilizar directamente a los dirigentes iraníes.”
Tomadas en conjunto, las amenazas de Bolton-Pompeo equivalen a un ultimátum en el sentido de que cualquier ataque del Hezbolá en el Líbano, de los hutíes en Yemen, o de cualquier milicia respaldada por Irán contra Israel, Arabia Saudí, los Emiratos o las fuerzas norteamericanas destacadas en Irak, Siria o los estados del Golfo, tendrá como represalia una respuesta contra el propio Irán.
¿El presidente Donald Trump aprobó estas cosas? Porque parece darles su respaldo. Se retiró del acuerdo nuclear con Irán y volvió a imponerle sanciones. La semana pasada canceló las autorizaciones que había concedido a ocho naciones para que continuaran comprando petróleo iraní. El propósito: reducir a cero las exportaciones petroleras iraníes, que representan el 40% de su PBI, para profundizar una crisis económica que ya se espera achique este año en un 6% el PBI del país.
Trump también ha calificado a Irán como estado terrorista y a la Guardia Republicana como organización terrorista, primera vez que hacemos algo así con las fuerzas armadas de una nación extranjera. Ni con Corea del Norte se nos ocurrió algo semejante.
Irán respondió el pasado martes calificando a los Estados Unidos como estado auspiciante del terrorismo y a sus fuerzas destacadas en el medio oriente como terroristas. Irán también advirtió que si bloqueamos sus exportaciones petroleras que salen del Golfo Pérsico por el estrecho de Ormuz, el estrecho podría quedar bloqueado también para otras naciones. Un 30% del petróleo del mundo pasa por ese estrecho, y su cierre provocaría un desastre mundial.
En 1973, cuando el presidente Nixon rescató a Israel en la guerra del Yom Kippur, los árabes de la OPEP impusieron un embargo petrolero. Los precios de la nafta subierton tanto que Nixon consideró viajar a Florida en tren para pasar la Navidad. El aumento de la nafta perjiudicó tanto la imagen popular de Nixon que se convirtió en un factor adicional de la campaña para someterlo a juicio político.
Hoy el nivel de aprobación de Trump en la encuesta de Gallup alcanzó un récord del 46%, algo seguramente relacionado con el sorprendente desempeño de la economía norteamericana después de que Trump bajara los impuestos y eliminara regulaciones en gran escala.
Si bien una guerra contra Irán podría ser popular en un primer momento, ¿cuáles serían sus efectos sobre la economía estadounidense o sobre nuestra capacidad para apartarnos de la guerra eterna del medio oriente, como el propio Trump prometió hacerlo?
A fines de abril, en una entrevista con Fox News, el canciller iraní indentificó a quienes según él son los que quieren una guerra entre los Estados Unidos e Irán. Cuando se le preguntó si Trump buscaba el enfrentamiento y el “cambio de régimen” que Bolton promovía antes de convertirse en su consejero de seguridad nacional, Mohamad Javad Zarif lo negó:
“No creo que el presidente Trump quiera eso. Creo que Trump hizo campaña con la promesa de no conducir a los Estados Unidos a una nueva guerra. El propio presidente Trump ha dicho que los Estados Unidos gastaron 7 trillones [estadounidenses] de dólares en nuestra región… con el único resultado de que ahora tenemos más terrorismo, más inseguridad y más inestabilidad. La gente de nuestra región está convencida de que la presencia misma de los Estados Unidos es desestabilizadora en sí misma. Creo que el presidente Trump está de acuerdo con eso.”
Pero si no es Trump el que persigue el enfrentamiento y la guerra con Irán, ¿quién es?
Repuso Zarif: “Creo que es ‘la escudería B’ la que en realidad quiere empujar a los Estados Unidos, llevar al presidente Trump, a un enfrentamiento que él no desea.”
¿Y quiénes integran la ‘escudería B’?
Zarif los enumera así: Bolton, Benjamin Netanyahu, el príncipe heredero Mohamed bin Salman y el príncipe heredero Mohamed bin Zayed.
Si la escudería B llega a tener éxito en sus designios, ésta será la guerra de Trump, y la presidencia de Trump pagará el precio.
* Ex asesor de los presidentes Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos en 1992 y 1996. Su último libro es Nixon’s White House wars: The battles that made and broke a president and divided America forever.
© Patrick J. Buchanan.
Versión castellana y notas © Gaucho Malo.