La computadora impersonal

La computadora se ha convertido en una caja negra sobre la que el usuario no tiene el menor control

Nota de archivoOriginalmente publicada en el desaparecido sitio en castellano de CNN. El espíritu de los pioneros se mantiene hoy entre quienes promueven la programación open source, o de código abierto.

ATLANTA (CNN) — La computadora personal, que con ese nombre viene haciéndose un lugar en cada casa del mundo a un ritmo casi tan veloz como el de la misma televisión, está perdiendo al mismo tiempo todo lo que de “personal” tuvo en sus comienzos. Y muchos lo lamentan.

Se la llamó “personal” por oposición a los mainframes o grandes computadoras, del tamaño de un refrigerador, con las que las grandes empresas empezaron a llevar su contabilidad, y las oficinas de recaudación de impuestos a tejer las redes para atraparnos.

Pero además era “personal” porque su control estaba dentro de las posibilidades temporales e intelectuales de una persona común y corriente, con un poco de gusto por las matemáticas, la electrónica, o la lógica. Con esas armas, un mapa de memoria y un manual no muy grueso podía llegar a conocer su máquina “hasta el metal”.

Ahora eso cambió. La computadora se presenta al usuario como una caja negra, misteriosa y amedrentadora, frente a la cual hay que actuar con cautela y procurando no equivocar las instrucciones ni en un paso, porque todo puede desbaratarse estrepitosamente.

La computadora era personal además en la medida en que el usuario podía adaptarla a sus necesidades, vale decir que podía programarla. Y tanto formaba parte esto del concepto que todas ellas incluían regularmente en su configuración más simple un lenguaje de programación, típicamente BASIC.

Conocer ese lenguaje de una manera más o menos operativa era algo relativamente sencillo. Como se trataba de un lenguaje interpretado, la interacción era inmediata y ampliamente tolerante para un aprendizaje estilo “ensayo y error”.

La computadora “impersonal” de hoy disuade enfáticamente todo intento de meterse con ella. El “registro” del Windows 95, sin ir más lejos, es más complejo que toda una computadora clásicamente personal, y la mayoría de los usuarios por otra parte ni siquiera sabe que existe.

Las culturas generadas por uno y otro estilo de computadora son casi diametralmente diferentes, como que marcan la distancia que va de la creatividad al consumo.

La computadora personal fue en su momento un estímulo formidable para la investigación y el ingenio, y esos millones de personas que entusiasta y generosamente compartían sus “descubrimientos” a través de bulletin boards y otros medios sentaron las bases de la industria más dinámica de la época.

La computadora impersonal, en cambio, tiende a volverse transparente para el usuario, tan ignorante de lo que ocurre en el interior de ella como quien enciende un televisor o habla por un teléfono celular. Y el control que tiene sobre la computadora no va más allá del que ejerce sobre esos dos artefactos.

Una ojeada a las revistas de informática de una y otra época revela marcadamente las diferencias. Hace veinte años, campeaban por sus páginas circuitos electrónicos, diagramas de flujo y listados de programas. Hoy son un catálogo de compras, en el mejor de los casos con comparaciones objetivas entre uno y otro producto.

Los que pertenecen a la generación de los pioneros, los que hacían milagros de ingenio y destreza para extraer el máximo de los exiguos 64K de memoria de sus aparatos, miran con disgusto esta despersonalización de las computadoras, esta bacanal de megas y gigas, y el código desprolijo que permiten.

Los usuarios recientes se sienten más que satisfechos con el mundo de posibilidades que les abre el tener una poderosa computadora en casa, y no resienten para nada el hecho de ignorar cómo funciona. Tampoco saben cómo funcionan el automóvil, el estéreo o la cámara de video, y los disfrutan.

–Santiago González

Califique este artículo

Calificaciones: 0; promedio: 0.

Sea el primero en hacerlo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *