Kirchnerismo orgánico

La crisis de la policía bonaerense puso en la vidriera un fruto exquisito de la huerta kirchnerista, genéticamente puro como un producto orgánico. Allí están todos sus rasgos característicos reunidos en un ejemplar magnífico y digno de admirar por los cuatro costados. A saber:

1) La imprevisión: el kirchnerismo es incapaz de prever un conflicto y desactivarlo antes de que estalle, no importa cuántas hayan sido las señales y los indicios previos, ni cuántas hayan sido las advertencias de quienes sí los percibieron. Le pasó con la revuelta policial, le pasó con las ocupaciones de tierras. Y le pasó también con la llegada del virus CoV-2.
2) La negación: lo primero que hace un gobernante kirchnerista ante una situación de emergencia es esconderse. Esto es histórico: lo vimos en Cromagnon, lo vimos en Once. Lo vimos esta semana cuando ningún funcionario, empezando por el ministro de seguridad bonaerense, tuvo las agallas suficientes para encarar a quienes hacían sus reclamos, que, por otra parte, lo primero que pedían era un interlocutor.
3) La incompetencia: una vez estallado un conflicto, el kirchnerismo no sabe qué hacer con él, demora una respuesta ejecutiva, discute, titubea, se tropieza, y finalmente resuelve todo repartiendo plata, por lo general plata que le saca a algún otro sector social, sin hacerle asco a nada, sean productores rurales o jubilados.
4) La épica trucha: como el kirchnerismo no puede hacerse cargo de sus propios errores necesita un culpable al que atribuírselos, un enemigo interno contra el cual dirigir su épica trucha: el campo, los medios hegemónicos, los grupos concentrados. En este caso, induce a creer que la pobreza de los bonaerenses se explica por la riqueza de la ciudad capital (“opulenta” y “poco solidaria”).
5) El resentimiento: la mentalidad kirchnerista supone que la pobreza es culpa de la riqueza, y que por lo tanto cualquier expropiación es un acto de justicia. Y presenta como un ejemplo de buen gobierno la decisión de quitarle recursos a la ciudad de Buenos Aires para que la provincia pueda mejorar los sueldos de su policía.
6) La nivelación por lo bajo: el kirchnerismo es un denodado defensor de la innoble igualdad. En este caso, en lugar de crear las condiciones para que la provincia de Buenos Aires mejore su nivel de vida, y pague dignos sueldos a su policía, deteriora el nivel de vida de la ciudad capital para igualar los tantos.
7) La hipocresía: un gobierno que hace bandera de la equidad y del cuidado de los más vulnerables mantiene a más de la mitad de la tropa policial con salarios inferiores a la línea de pobreza trazada por el propio gobierno. Por añadidura, esa tropa es la encargada de proteger la seguridad de la población más vulnerable al crimen y el delito.
8) La agenda ideológica: al menos una parte de los fondos que el gobierno debiera asignar a la justa remuneración de agentes como los de la policía bonaerense se dedican a financiar programas innecesarios que van desde los subsidios a ex terroristas a las políticas de género, y a solventar organizaciones no gubernamentales de dudosa utilidad pública.
9) El electoralismo: todo lo que preocupa e interesa al kirchnerismo es ganar su próxima elección. La salida que imaginó para el conflicto policial busca calmar las revueltas aguas del distrito que tradicionalmente le ha dado los votos, y perjudicar al que percibe como su principal adversario en las urnas, a las que habrá que concurrir dentro de un año.
10) Los negocios: si el kirchnerismo pretendiera realmente ofrecerse como una opción preferible a la de la coalición radical que gobierna la capital debería comenzar por denunciar lo que los porteños vemos y sufrimos: enajenación del patrimonio público, destrucción de espacios verdes, despilfarro en banalidades y obras innecesarias, etc. Pero no lo hace porque sus legisladores son cómplices en todos esos negocios.

Estas cualidades genéticas, por así decir, de la corriente política con la que se identifica, impregnaron el mensaje con el que el presidente propuso una solución para el conflicto policial. Su ingrediente más deleznable: la intención de desunir a los argentinos, de enfrentar a la ciudad con la provincia con sugerencias engañosas. La CABA entrega al resto del país el 70% de su PBI, y el régimen de coparticipación asigna a la provincia de Buenos Aires un 20% menos de lo que le corresponde. Es el gobierno federal encabezado por Alberto Fernández y Cristina Kirchner el que mantiene a la provincia en la pobreza para asegurarse una clientela electoral. –-S.G.

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