Día de la Bandera

Por Bernardino Montejano *

Empezamos bien el día, con la Santa Misa celebrada en la Capilla del Santo Cristo, que hoy, tuvo homilía, algo no habitual en los días de semana. En la misma el padre Pedro Gómez, O. S. B., dijo: “En 1906, el gobierno nacional encarga a Héctor Panizza, uno de los principales directores de ópera de la primera mitad del siglo XX, una ópera que simbolizara el nacimiento de la nación argentina.

“Panizza era hijo de italianos, y la compuso en italiano en su casa de Milán.
Esa ópera se llamó Aurora, pues simbolizaba la aurora de la Nación. Narra una historia de amor, con un final trágico en 1810 entre la fuga de la hija del jefe de las tropas realistas llamada Aurora y Mariano, un joven patriota comprometido con la causa de la independencia. La ópera fue interpretada por primera vez en 1908, el año de la inauguración del Teatro Colón.

“Pero el melodrama es completamente eclipsado por el aria del 2° acto, donde el protagonista aparece envuelto en una bandera, comparada con un águila en vuelo triunfal, en el momento de la salida del sol, cuando los rayos resplandecientes se posan sobre sus alas. Allí Mariano encuentra que el águila gloriosa lleva los colores de su bandera y que cada una de sus partes corresponden a ella. El aria termina con la frase:

É la bandiera del Paese mio
Nata dal sole, e ce l’a data Iddio!

“Todo el auditorio se puso de pie automáticamente y el pueblo la adoptó como himno a la bandera. Este himno resume el orgullo por la Patria, por un país próspero, bendecido por Dios. Para el primer centenario, nuestro país era un modelo al cual muchos aspiraban llegar, nuestro país les abrió las puertas a todos los hombres de buena voluntad. Hoy, en tiempos como los que corren, pidamos al Señor no perder la esperanza, pidamos la fortaleza para estar a la altura de esa bandera nacida del sol y que nos ha sido dada por Dios.”

Hasta aquí, la homilía del sacerdote. Inteligente, breve, emotiva y profunda, nos invita a pensar y obrar en consecuencia en estos tiempos difíciles.
Para continuar su exposición recurriremos a un poeta nuestro, Carlos Obligado, que en su Patria en pocas estrofas nos describe la realidad argentina a principios del siglo XIX:

La Madre, exhausta ya de tan fecunda
Se enajenaba allá por la pendiente
De extranjerismo y deserción profunda;

Y esta futura Patria, ya inminente, –
Ya una fuga de herejes dio la espalda
Al cintarazo de su rayo ardiente, –

Bajo el precoz laurel que la enguirnalda
Principios y heredad, almas y anhelos
Quiso guardar para la roja y gualda…

Mas, remoto el solar de los abuelos,
He aquí el suelo natal. Y aquí es la hora,
De otra, blanca y azul, como los cielos (Canto IV).

La España de los Borbones, tan distinta de la de los reyes católicos Fernando e Isabel, de Carlos V y de Felipe II y de sus continuadores de la Casa de Austria, era la aludida por el poeta, “enajenada por la pendiente de extranjerismo y deserción profunda”; esa futura Patria fue la que expulsó a los invasores y los mandó de vuelta a la pérfida Albión “donde los piratas suelen acompartir la mesa de una reina hereje”; pero no olvidó los principios y la herencia, porque recordaba “que en fe cristiana y verbo castellano, tenía dos veces heredado el Verbo”.

En este día también recordamos a Manuel Belgrano, tal vez el más católico de los hombres de Mayo y sus últimas palabras tan actuales en estos días: “Ay, Patria mía”.

Queremos para finalizar escribir dos palabras sobre nuestro periodismo: en “La Prensa”, tres artículos conmemorativos de la fecha: dos excelentes, el de Gabiel Camili, “Manuel Belgrano, arquetipo de la Patria” y el de Jorge Martín Flores, “El sentido de la bandera nacional”, y un tercero, lamentable y equivocado hasta en su título: “Un ideario democrático y liberador”; en “La Nación” (diario) ninguno, lo que prueba que para esa tribuna (de mala doctrina) la fecha no interesa.

* Presidente del Instituto de Filosofía del Colegio de Escribanos y del Instituto de Filosofía Práctica.

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