Democracia y nación

Por Pat Buchanan *

“¿A qué nos referimos cuando hablamos de la Revolución? ¿A la guerra? La guerra no fue parte de la revolución; fue sólo consecuencia y efecto de la revolución. La revolución estaba en el espíritu del pueblo.” ¿Qué quiso decir John Adams cuando le escribió esas palabras a Thomas Jefferson en 1815, después de que ambos hombres hubiesen ejercido la presidencia? Lo que Adams dijo es que los Estados Unidos, el país que tomó las armas y luchó por su independencia de los británicos, ya era una nación… antes de 1775. Los Estados Unidos precedieron a su Constitución, dice Adams. Los Estados Unidos ya habían sido concebidos y alumbrados antes de que él y Jefferson comenzaran a redactar su Declaración de la Independencia en Filadelfia en 1776. Los Estados Unidos ya estaban vivos incluso antes de Lexington y Concord en 1775.

Corolario de lo escrito por Adams es que los Estados Unidos, y la república creada por la Constitución, no son la misma cosa. Los Estados Unidos son un país, y la república es la forma de gobierno elegida para ese país en Filadelfia en 1787. “Una república, si es que se la puede conservar”, respondió Ben Franklin a la dama que, a la salida de esa convención constituyente, le preguntó qué clase de gobierno habían creado para la nación preexistente.

¿De qué se quejan entonces nuestras élites cuando dicen que los populistas, los derechistas y los trumpìstas ha puesto “nuestra democracia” en riesgo?

Respuesta: no es de los Estados Unidos como país ni de los Estados Unidos como nación de lo que hablan, sino de nuestro sistema político tal como ha evolucionado con el tiempo.

¿Y cuál es la naturaleza de la amenaza que avizoran?

Condición previa de la democracia es que los resultados de las elecciones sean reconocidos y respetados, y su cuestionamiento reiterado le plantea una amenaza mortal. Éste es el peligro actual.

Sin embargo, hay otras condiciones previas, no sólo para las democracias sino para los países, que fueron enumeradas en los papeles de El Federalista:

“La Providencia se ha complacido en confiar este país integrado a un pueblo unido, un pueblo que desciende de los mismos antepasados, que habla la misma lengua, que profesa la misma religión, que adhiere a los mismos principios de gobierno, que es muy similar en sus maneras y sus costumbres…

“Este país y este pueblo parecen haber sido hechos el uno para el otro, y parece que hubiese sido designio de la Providencia que un patrimonio tan adecuado y conveniente para un conjunto de camaradas, unidos entre sí por los lazos más fuertes, nunca habrá de dividirse entre soberanías antisociales, recelosas y extrañas.”

John Jay describía las condiciones previas de una nación, un país, un pueblo. ¿Están presentes todavía esas condiciones en los Estados Unidos? ¿”Un pueblo unido”? ¿”Un conjunto de camaradas”? ¿Antepasados, religión, lengua, maneras y costumbres comunes? Así podían describirse los Estados Unidos de 1789. ¿Le cabe el retrato a los Estados Unidos de 2022? ¿O mejor los describe la referencia de Jay a las “soberanías antisociales, recelosas y extrañas”?

Hillary Clinton descartó una vez a la mitad de los seguidores de Trump, casi una cuarta parte de la nación, como “una canasta de deplorables … racistas, sexistas, homófobos, xenófobos, islamófobos”, fanáticos e irrecuperables. Supongamos que nuestras élites, que a menudo se hacen eco de los dichos de Clinton sobre la derecha populista que apoya a Trump, coinciden con ella. ¿Por qué razón los liberales virtuosos querrían seguir vinculados políticamente con gente así? ¿Por qué no declaran que, si una elección devuelve al poder a personas semejantes, no quieren tener más nada que ver con el sistema o la politica que producen resultados tan inaceptables? ¿Por qué la captura de los tres poderes por gentes tales como las que describe Hillary no habría de ser causa para disolver la Unión?

¿Cómo puede tomarse la democracia como una forma superior de gobierno cuando es capaz de poner la república en manos de gente como ésa, incluso más de una vez? Si los enemigos de los progresistas son “nazis” y “fascistas”, ¿por qué los progresistas no se alzan en resistencia y rechazan su gobierno, en vez de cooperar con ellos en la conducción del país? ¿Por qué la buena gente no pelea para revertir una elección capaz de darle la mayoría a semejantes “deplorables”? ¿Acaso los mandatos de la democracia prevalecen sobre los de la decencia? Antes que gobernar en concierto con genteasí, ¿por qué no apartarse de ellos tanto como sea posible?

El punto es éste: tal vez no sólo estén desapareciendo las condiciones que hacen posible la democracia sino que también pueden estar desintegrándose las condiciones que hacen posible una nación.

Insisto: la derecha estadounidense es hoy rutinariamente identificada con los nazis, los fascistas y el Ku Klux Klan. ¿Por qué los buenos y progresistas Demócratas aceptarían una victoria y un futuro gobierno de nazis y fascistas en lugar de procurar su derrocamiento por todos los medios? ¿Y cómo se podría enarbolar la democracia norteamericana como modelo para toda la humanidad si, al cabo de dos siglos, ha producido millones y millones de ciudadanos como los que describe Hillary Clinton?

Y más aún: si las condiciones que hacen posible la democracia están evaporándose, y las que hacen posible la nación desaparecen, ¿no sería inevitable, e incluso preferible, algún tipo de secesión? Al fin y al cabo, la lógica de nuestra situación permite imaginar un escenario semejante. El intento del oeste de Maryland de separarse para incorporarse a Virginia Occidental, y la pretensión del este de Oregon de escindirse para sumarse a Idaho pueden anticipar lo que nos depara el futuro.

* Ex asesor de los presidentes Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos en 1992 y 1996. Su último libro es Nixon’s White House wars: The battles that made and broke a president and divided America forever.

© Patrick J. Buchanan.
Versión castellana y notas © Gaucho Malo.

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3 opiniones en “Democracia y nación”

  1. Las preguntas que se hace Mr. Buchanan son un modo de advertencia de lo que se viene, siempre y cuando la sociedad bienpensante se siga dejando arrastrar por la bazofia zurdoide. Eso en EEUU. Acá tenemos la versión local que es la bazofia zurdoperonista. A grandes rasgos coincido con sus reflexiones.

  2. La reflexion de Buchanan es, obviamente, su opinión, y tiene aristas comprensibles; no obstante yo apoyo la gestion nacionalista de Trump en USA, ya que, es “ese colectivo” -el nacionalismo patriótico norteamericano- el que tiene conciencia del infame “nuevo orden mundial” y de la “dictadura sanitaria” ( Bolsonaro tambien se dio cuenta ) que se nos pretende imponer en el nombre de una falsa pandemia… La izquierda internacional en complicidad con los más poderosos capitalistas, los “dueños de todo” en Occidente -laboratorios, medios de comunicacion masiva, industrias y medios de produccion etc- pretende llevarnos a todos a la sumision, comenzando con esta dictadura sanitaria, para llevarnos a la larga a un gobierno mundial de estilo orwelliano totalitario y controlador…

    Pobre Occidente… Si no tomamos conciencia de lo que se viene y de lo que ya llegó, y nos rebelamos… se cumplirán las predicciones de George Orwell…

    En Argentina ya lo estamos viendo… Nos gobierna la izquierda montonera y erpiana que, al igual que la izquierda repugnante que gano en el pais trasandino, usa esta “coyuntura covidiana” para imponer restricciones ridículas e irracionales como lo hicieron estos dias deteniendo a mas de 3000 camiones en la frontera… mientras la mayor parte de los argentinos y la mayor parte de la humanidad en todo Occidente se deja vacuna como ovejitas, con una sustancia experimental, obedientes a esa orga infame denominada OMS y caminando por la calle tapandonos la cara con un ridículo, inutil, insalubre y enajenante barbijo… Pobre Argentina, pobre Occidente… Nos rebelamos o nos aplastan…

    1. Buchanan ha sido y es un tenaz defensor de la orientación general del gobierno de Donald Trump, y lo es también en esta nota, en la que ironiza sobre los demócratas en general y Hillary Clinton en particular.

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