Por Bernardino Montejano *
Durante la mayor parte de mi vida fui profesor de Derecho Natural, y mi libro acerca del tema fue estudiado por miles y miles de estudiantes; por eso, el asunto del equívoco término “naturaleza” no me es ajeno.
Por eso, me repugna la traducción del Credo que rezamos en la Misa en la Argentina, o por lo menos en la Ciudad Apóstata de Buenos Aires, que dice en la parte pertinente: “Creo en un solo Señor, Jesucristo… engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre”, en lugar de decir lo correcto, que lo encontramos en latín y en castellano en el Credo de Pablo VI, y que dice correctamente respecto a nuestro Señor: “Genitum non factum; consubstantialem Patri”, bien traducido así: “engendrado, no creado, consubstancial con el Padre”.
Al traducir al texto, algún ignorante, enemigo de lo unívoco y amante de lo equívoco, escribió con sucia e irresponsable mano: “de la misma naturaleza del Padre” e introdujo la ambigüedad en el Credo del Pueblo de Dios, que rezan sacerdotes y fieles que la repiten como loros, sin analizar el entuerto ni cotejarlo con el original latino. En lo personal lo rezo en forma correcta, pero espero iluminar a otros para que lo hagan y se sumen a mi crítica y protesta.
Para encarar el tema, comenzaré distinguiendo los términos “substancia” y “naturaleza”.
Recurro en primer lugar al Diccionario de la Real Academia Española (RAE), según el cual substancia en su tercera acepción es “ser, esencia, naturaleza de las cosas” y naturaleza, en su primera acepción, seguida de otras muchas, es “esencia y propiedad característica de cada ser”.
Pero como no puedo detenerme allí, recurro al clásico diccionario de André Lalande Vocabulaire technique et critique de la Philosophie, Presses Universitaires de France, París, 1960, que tengo a la vista. Allí, respecto a la substancia, la segunda acepción dice: “lo que existe por sí mismo, hablando propiamente solo Dios es tal”; la primera dice que “es lo permanente en las cosas que cambian, en tanto que esa permanencia es considerada un sujeto” (p. 1048). Respecto a la naturaleza dice: “Principio considerado como productor del desarrollo de un ser” (págs. 669/670), destacando su carácter dinámico en orden al fin.
Para que los lectores tengan idea de a dónde conduce la errónea traducción, el filósofo jurista protestante Erik Wolf, en su libro El problema del Derecho Natural (Ariel, Barcelona, 1960), estudia, con paciencia germánica, nueve acepciones del término naturaleza, a saber: como individualidad, como originalidad, como autenticidad, como causalidad o necesidad, como idealidad, como Creación, como orden inmanente de las cosas, como vivencia de lo irracional emocional y como lo no convencional. La primera conclusión del autor alemán es que el Derecho Natural es multívoco.
Y no hablaré de la magna obra del filósofo y teólogo hispano-indio Raimundo Paniker, El concepto de naturaleza (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1972), tesis doctoral en la cual estudia veinte sentidos del término naturaleza a lo largo de la historia de la cultura, una prueba más de la equivocidad del término, que algunos irresponsables introdujeron en el mismo Credo.
Y con referencia a Paniker, recomiendo a los lectores su libro Patriotismo y Cristiandad, con el subtítulo Una investigación teológica-histórica sobre el patriotismo cristiano, especie de la piedad, Biblioteca del Pensamiento Actual, Rialp, Madrid, 1961, más allá de los desvíos posteriores del autor, de los cuales espero que se haya arrepentido.
En el libro citado, el distinguido hispano-indio, escribe que “el patriotismo de los cristianos, a la vez que se enraíza en la Patria propia, se dirige a la construcción de la Cristiandad… entendida como un orden social justo, humano y cristiano… inspirado en la misma vocación cristiana, que no puede desentenderse nunca del amor real al prójimo y a la tierra” (p. 152).
Espero que alguno con poder y autoridad, corrija el texto erróneo por respeto a lo sagrado, que no admite los equívocos y ambigüedades, con los cuales las actuales jerarquías romanas y locales, parecen disfrutar.