Cavallo

Hace algunas semanas, Domingo Cavallo, el ex ministro que aseguró una década de estabilidad monetaria y posibilitó las inversiones en infraestructura que han permitido a la economía argentina funcionar hasta el presente, intentó regresar a la vida política tras años de ostracismo forzado. “Hoy, en el cenit de mi vida, todavía me siento enérgico y lúcido y con la experiencia necesaria para proponer soluciones a una crisis en ciernes. Siento que el Congreso es el lugar para esa tarea”, dijo al pedir el apoyo de sus comprovincianos. “Si la gente decide apoyarme con su voto, me comprometo a trabajar incansablemente para devolver la estabilidad económica a la Argentina y generar condiciones de futuro que alienten a nuestros mejores jóvenes a desarrollarse en el país”, prometió. Los cordobeses le dieron la espalda. “No seré Diputado porque no alcancé el mínimo de votos necesarios para seguir en carrera”, escribió hoy. “La campaña de demonización a la que fuí sometido en 2002 no ha dejado atrás sus efectos y, una vez más, mis esfuerzos por convencer a mis conciudadanos, fueron inútiles”. La campaña que denuncia Cavallo fue alentada por esas mafias que terminaron por adueñarse del país, a las que el ex ministro combatió desde su cartera y desde el Congreso, y desarrollada por virtualmente la totalidad de la prensa, cuyo sustento depende de la publicidad de esas mafias. Córdoba tuvo la oportunidad de enmendar esa injusticia, pero prefirió bailar al compás de la fiesta cuartetera que le propone el establishment local. La historia se lo va a facturar.

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