Por Pat Buchanan *
La semana pasada, la Conferencia Episcopal estadounidense decidió, por 168 votos contra 55, más de 3 a 1, establecer nuevos lineamientos para recibir la santa comunión. ¿Qué había detrás de esa decisión? La alarma de los obispos acerca de que la práctica religiosa pública del presidente Joe Biden transmita un mensaje herético a los fieles y a la nación. En la misa dominical, Biden recibe regularmente la comunión. Sin embargo, no sólo apoya el fallo Roe vs. Wade 1 y el derecho de la mujer a abortar, sino que además su nuevo gobierno brinda amplia financiación para la práctica del aborto. Las restricciones que existían en la era de Trump, tal como las enmiendas Hyde que prohíben solventar abortos con el dinero de los contribuyentes, van a ser derogadas durante la presidencia de Biden.
Si el “documento magisterial” que se espera produzcan los obispos es coherente con la doctrina tradicional, la Iglesia Católica norteamericana y el Partido Demócrata se encaminan hacia una serie de colisiones sobre cuestiones morales. Porque esa mayoría de obispos estadounidenses, que cree que a los políticos católicos que aceptan el aborto se les debe negar la comunión, probablemente va a chocar no sólo con Biden y con los otros obispos, sino con el Vaticano. El papa Francisco ha querido eludir este choque sobre la cuestión, que ahora parece inevitable.
Aunque el documento no lo mencione por su nombre, la prensa va a presionar a Biden para que explique cómo puede respaldar el financiamiento gubernamental de la matanza de niños no nacidos y recibir al mismo tiempo la santa comunión. Y el papa Francisco tendrá que decidir si los obispos estadounidenses incurren en error al insistir en que los líderes norteamericanos católicos que impugnan la doctrina católica en una de las grandes cuestiones morales de la época no deben ser tratados como católicos devotos.
Si los obispos producen un documento magisterial coherente con la doctrina católica tradicional, ¿qué habrá de decir? El aborto es la matanza de un niño no nacido, un grave pecado y crimen moral. Ningún católico puede favorecerlo. Los dirigentes políticos que apoyan el derecho al aborto y votan fondos para financiar el aborto contribuyen a un mal moral sistémico y escandalizan a los fieles. Y no deberían recibir, ni se les debería administrar, la santa comunión. Hacerlo equivale a dar aprobación moral a su conducta desviada.
El principal argumento que se esgrime contra la negativa de la comunión a los católicos abortistas es que podría crear divisiones profundas en el seno de la Iglesia. “La opción que tenemos ante nosotros en este momento”, dijo en la asamblea episcopal el cardenal Wilton Gregory, de Washington DC, “es tomar el camino que se dirige a fortalecer la unidad entre nosotros, o bien crear un documento que no va a consolidar esa unidad sino que muy bien puede dañarla todavía más.”
¿Pero acaso el colegiado episcopal es una causa superior a la de defender el derecho a la vida de millones de niños no nacidos a los que se conducirá a la muerte? ¿Es la unidad aparente entre los obispos más importante que atestiguar públicamente la verdad de que en los Estados Unidos, a lo largo de 50 años, se ha condenado a muerte a niños no nacidos a una tasa anual que excede la de la pandemia de covid-19 en su peor momento? ¿La clara afirmación de la verdad doctrinal es menos importante que la fraternidad?
Nadie puede saber qué hay en el corazón y en el alma de Biden, que manifiesta visiblemente una devoción a su fe católica sin igual entre los políticos nacionales de su generación. Sin embargo, no se puede desconocer el mensaje que transmite la imagen de Biden cuando recibe la comunión, que es el de que aceptar el aborto, y financiar abortos, no entra necesariamente en conflicto con la condición de buen católico.
El obispo pro-vida Kevin Rhoades, de South Bend, Indiana, sostiene: “Los dirigentes tienen obligaciones especiales que nacen de su visibilidad pública”. Rhoades ya había objetado que la Universidad Notre Dame le confiriera al entonces vicepresidente Biden su prestigiosa medalla Laetare, en razón de su apoyo al aborto y al matrimonio homosexual. “No estoy de acuerdo con que se premie por sus ‘sobresalientes servicios a la Iglesia y a la sociedad’ a alguien que no ha sido fiel a esa obligación.”
Cuando le preguntaron el viernes sobre la posibilidad de que los obispos católicos resuelvan negarle la comunión, Biden desestimó la idea y siguió su marcha. “Ese es un asunto privado, y no creo que vaya a ocurrir”, dijo.
¿A dónde conduce todo esto?
Los obispos tienen planeado emitir en su próxima conferencia un informe que casi seguramente va a ser leído como una reprimenda a Biden. Si bien esto va a dividir a la comunidad católica, es difícil que el Papa brinde su respaldo al documento. Por lo tanto sus efectos quedarán restringidos a aquellas diócesis cuyos obispos estén de acuerdo, y opten por negarle la comunión al presidente de los Estados Unidos. Biden se verá obligado a hablar de la cuestión del aborto y de la decisión de los obispos de negarle la comunión. Su asistencia a misa y su comunión se convertirán en asunto de crecientes controversias, y tal vez atraer manifestaciones. Y se lo va a acusar de hipocresía, por pretender ser la clase de católico que una mayoría de obispos estadounidenses considera que no es.
Ahora que muchos estados han adoptado nuevas restricciones contra el aborto que parecen entrar en conflicto con Roe vs. Wade, la cuestión parece encaminarse nuevamente hacia la Corte Suprema… y al escenario más candente de la política estadounidense. Lo que no es una buena noticia para Joe Biden.
* Ex asesor de los presidentes Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos en 1992 y 1996. Su último libro es Nixon’s White House wars: The battles that made and broke a president and divided America forever.
© Patrick J. Buchanan.
Versión castellana y notas © Gaucho Malo.
- Decisión de la Corte Suprema estadounidense que afirmó en 1973 la constitucionalidad del derecho a abortar. [↩]
La idiosincrasia de los norteamericanos es otra que la de los latinos del sur…Allí un hombre público se debe a sus votantes y a su partido – y a la democracia que lo sostiene- pero su vida espiritual entra en su vida privada por lo tanto, intocable.
La iglesia puede votar pero creo que el tiempo y silencio al respecto es un arma del presidente de esta potencia aún.
Tremendo lo que sucede. Los intereses en juego son enormes y sus consecuencias inconcebibles, pues una ingeniería social ha cegado la conciencia de las personas en el mundo que -vemos azorados- no reaccionan a la altura de una realidad que no se logra ver y / o visualizar.
Me parece que si Dios no interviene ya, creo que va a ser largo y doloroso este proceso.
Casualmente en el mes en curso, el Padre Fortea está en Paraguay en un encuentro online entre los miembros de la asociación Carita Politica, sobre el tema ” Política y religión” y ha emitido un video.
Escucharlo despacio serena el ánimo, sin negar la terrible realidad, a la vez que apela a la comprensión hacia los que estén equivocados. Un hombre de Fe y de oración. Que no es poco.
Cuando la política se mete siempre hay lío. Y si desde el Vaticano prima la perspectiva política, más aún
Cuando Francisco dijo a los jóvenes que hagan lío, seguramente no se refería a esto. Pero el Mal existe en el mundo, y la prudencia es cada día mas escasa.
Es imposible saber como se van a conducir Biden y los Obispos, con documento o sin el. De todos modos no seria demasiado aventurado pronosticar que una solucion salomonica seria no hacer nada. Es decir, hablar mucho y decir poco y nada dejando que corra el tiempo y se acomoden de la mejor manera posible las voluntades y pareceres de una religion tradicionalmente hipocrita. El comun esta pendiente de problemas tangibles que afectan su vida diaria y dificilmente tenga tiempo y voluntad para que los ministros de esa gigantesca supercheria que es la religion (las religiones) capten su atencion.