El vicio y la virtud

“La hipocresía es el homenaje que el vicio le rinde a la virtud”, dijo Oscar Wilde. Hipocresía es la palabra que mejor describe el afiche oficialista que muestra a la presidente con su candidato Martín Insaurralde junto al papa Francisco, cuya figura el kirchnerismo trató de embarrar tan pronto supo del ascenso del cardenal Jorge Bergoglio al papado. Al no lograrlo, prefirió sumarse a la oleada de simpatía generada por el nuevo pontífice. Insaurralde y Cristina Kirchner viajaron a Brasil con el único propósito de obtener esa preciada foto de campaña. Que la hayan usado con fines proselitistas habla tanto de ellos, que lograron su propósito, como del papa Francisco, que lo permitió, pese a la larga serie de menosprecios y agresiones que su persona sufrió a manos de los Kirchner y sus secuaces. Su estilo exhibe una tolerancia y una amplitud llamativas. Costaría imaginar a Juan Pablo II compartiendo fotos amables con los líderes comunistas polacos, más allá de sus obligaciones protocolares como jefe de estado, o enviándole escarpines a Wojciech Jaruzelski. Tal vez la foto sea una prueba que nos mide a cada uno: o vemos en ella el vicio inclinado ante la majestad de la virtud, o vemos la virtud asfixiada por el abrazo del vicio.

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