Por Pat Buchanan *
El domingo pasado, al cumplirse el 80º aniversario de la invasión de Polonia por los nazis, el vicepresidente estadounidense Mike Pence habló, en la plaza Pilsudski de Varsovia, de las “cinco décadas de indecible sufrimiento y muerte que siguieron” a la invasión. ¡Cínco décadas!
Lo que Pence quiso decir es que, para Polonia, la Segunda Guerra no terminó en victoria, sino en derrota y ocupación por parte de un maligno imperio dominado por uno de los más grandes asesinos del siglo XX, José Stalin.
La “liberación de Europa”, cuyo 75º aniversario celebramos en la playa Omaha el 6 de junio, se extendió solamente hasta el río Elba, en el corazón de Alemania. Más allá del Elba, los nazis fueron aniquilados, pero la victoria correspondió a una ideología igualmente maligna, porque los “liberadores” de Auschwitz venían operando desde hacía décadas un archipiélago de campos de concentración tan grande como el de Himmler.
Entonces, ¿quién ganó realmente la guerra, y quién la perdió?
Winston Churchill quiso pelear por Checoslovaquia en 1938 en Munich, y Gran Bretaña fue a la guerra por Polonia en 1939. Sin embargo, si ambas naciones terminaron bajo el dominio bolchevique durante medio siglo, ¿consiguió entonces Gran Bretaña su libertad? Y si ese era el resultado previsible de una guerra en una parte de Europa donde los nazis se enfrentaban con los bolcheviques, ¿por qué los británicos decidieron sumarse? ¿Por qué Gran Bretaña declaró la guerra por una causa y una nación que no podía defender? ¿Por qué Gran Bretaña convirtió una guerra entre Alemania y Polonia en una guerra mundial que iba a ocasionar su quiebra y derribar su imperio, sin que pudiera cumplir su declarado propósito bélico: una Polonia liberada e independiente? ¿Qué interés vital británico peligraba cuando Hitler recuperó una ciudad portuaria, Danzig, que había sido separada de Alemania contra la voluntad de sus 300.000 habitantes y entregada a Polonia por el tratado de Versailles de 1919? Sus ciudadanos nunca quisieron dejar Alemania, y el 90% bregaba por el regreso. El propio gabinete británico pensaba que Alemania tenía argumentos valederos, y que Danzig debía serle devuelta.
¿Por qué, entonces, Gran Bretaña declaró la guerra?
Porque el 31 de marzo de 1939, el primer ministro Neville Chamberlain le había concedido a los polacos, de manera insensata, un cheque en blanco, una garantía de guerra: Si Alemania emplea la fuerza para recuperar Danzig, y ustedes se resisten, pelearemos junto a ustedes.
La garantía de guerra británica garantizó la guerra.
Y dada la causa por la que su país entró en guerra, las acciones de los británicos durante el conflicto resultan inexplicables.
Cuando el ejército de Stalin invadió Polonia, el 17 de septiembre de 1938, dos semanas después que lo hiciera Hitler, Gran Bretaña no le declaró la guerra a la Unión Soviética. El cuerpo de oficiales polaco fue ejecutado por orden de Moscú en 1940. Cuando los aparecieron los cadáveres en Katyn en 1943, Churchill, ya un aliado de Stalin, respondió a un pedido de los Polacos Libres para que investigara esa atrocidad: “No tiene objeto revolver ahora las tumbas cavadas en Smolensk hace tres años.”
Antes que atacar a Hitler después de que invadió Polonia, Gran Bretaña y Francia se mantuvieron detrás de la Línea Maginot y esperaron a que los ejércitos de Hitler irrumpieran hacia el oeste el 10 de mayo de 1940, el día en que Churchill llegó al poder. En tres semanas, el ejército británico fue derrotado y expulsado del continente. En seis semanas, Francia se rindió. Después de Dunkerke y la Batalla de Inglaterra, en 1940, Gran Bretaña rechazó todas las ofertas de Hitler para poner fin a la guerra, y así se mantuvo hasta junio de 1941, cuando Hitler se volvió contra su compinche Stalin e invadió la Unión Soviética.
Churchill es el “hombre del siglo” por haber persuadido a Gran Bretaña a plantarse sola contra la Alemania nazi en 1940, su “hora más gloriosa”. Pero, terminada la guerra, ¿qué pudo mostrar el balance de Churchill? La Polonia por la que Gran Bretaña había ido a la guerra se había perdido a manos del estalinismo y allí permanecería durante toda la guerra fría. Churchill se vio obligado a aceptar la anexión de media Polonia por parte de Stalin y su incorporación al bloque soviético. Para apaciguar a Stalin, Churchill declaró la guerra a Finlandia. Gran Bretaña llegó al fin de la guerra bombardeada, desangrada y económicamente quebrada, y con su imperio en Asia, la India, el Medio Oriente y Africa en ruinas. En dos décadas no iba a quedar nada.
Francia terminó la guerra después de haber vivido durante cinco años bajo la ocupación nazi y el gobierno de Vichy, perdió su imperio en Asia y Africa, y más tarde soportó derrotas y humillaciones en Indochina en 1954 y en Argelia en 1962.
¿Quién ganó verdaderamente la guerra?
Sin duda alguna los soviéticos que, después de haber sufrido millones de bajas por la invasión nazi, terminaron ocupando Berlín, anexándose los estados bálticos y convirtiendo la Europa del este en una gran base soviética, aunque se cuenta que, haciendo referencia a un zar del siglo XIX, Stalin exclamó: “¡Sí, pero Alejandro I llegó hasta París!”
Los norteamericanos, que se mantuvieron largo tiempo alejados del conflicto, llegaron al final de la guerra con menos pérdidas que cualquier otra gran potencia. Sin embargo, los Estados Unidos son parte de Occidente, y Occidente fue el gran perdedor en las guerras mundiales del siglo pasado.
A decir verdad, las dos guerras libradas entre 1914 y 1945 podrían ser consideradas como la gran guerra civil de Occidente, la guerra de los Treinta Años de la civilización occidental, que condujo a la pérdida de todos los imperios occidentales y abrió el camino a la conquista definitiva de Occidente por parte de los pueblos liberados de sus ex colonias.
* Ex asesor de los presidentes Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos en 1992 y 1996. Su último libro es Nixon’s White House wars: The battles that made and broke a president and divided America forever.
© Patrick J. Buchanan.
Versión castellana y notas © Gaucho Malo.
Qué notable análisis. Sí, la guerra la capitalizó Stalin para su imperio… El anticapitalista practicaba el capitalismo de estado; capitalismo al fin.
En lugar de comedia de enredos, podríamos decir que fue una tragedia de enredos. Una guerra civil universal (en Europa y en el Pacífico) que trajo consecuencias – como siempre – imprevisibles, que son las que usted anota.
El proceso histórico nos lleva…no sabemos ni a qué ni a dónde.
Entre nosotros, por ejemplo, si los propietarios de la Argentina se hubiesen decidido a formar un partido político en la década del 20, siendo de esa manera coherentes con el proceso democrático que ellos habían habilitado ( creo que es algo que usted sugirió más de una vez), en lugar de reservarse el poder apelando al recurso del golpe cívico-militar que de esa manera quedó “instituído”, no sabemos cómo hubiese sido nuestra historia. Uno está tentado de pensar que mejor, más coherente al menos.
Ahora hay un señor (Centurión, que es un buen tipo) que intenta hacerlo con cien años de atraso.
Si Churchill hubiese aceptado alguna de las propuestas de paz de Hitler en el 40, ¿qué consecuencias hubiese producido en la dinámica de la tragedia de enredos que fue aquella guerra? La guerra del 14 fue una increíble tragedia de enredos; y la del 39 también; y todas nuestras interacciones en cualquier escala se muestra como una comedia, o tragedia, o tragicomedia de enredos.
Yo no estoy de acuerdo, para nada, con aquellos que se inhiben de especular en el terreno ficcional de lo contra-fáctico. La capacidad de especular (no solo en la filosofía y en el arte, sino en la ciencia, en la economía y en la política, en todos los terrenos) es una característica fundamental de lo humano; y los que pueden hacerlo, los pocos que pueden hacerlo, deben hacerlo; y lo hacen porque ensancha el radio de la capacidad humana de comprensión. Usted bordea lo contra-fáctico y, en ocasiones, especula o se lo deja al lector, que es lo mismo. Tiene con qué hacerlo. Quizás por eso se se puso “gaucho malo”.