¿Qué dirá el episcopado de los EE.UU.?

Por Pat Buchanan *

Católico de nacimiento y galardonado con la medalla Laetare de Notre Dame,1 Joe Biden suele jactarse de que los principios y las creencias de la fe católica conducen su vida pública. “Joe es un hombre de fe” fue un argumento recurrente durante la convención del Partido Demócrata que lo propuso como candidato para convertirse en nuestro segundo presidente católico. Con frecuencia Biden ha ratificado el papel central de su fe en las decisiones que debió adoptar en su vida pública. En un video difundido en vísperas de la convención, atribuyó al papa Francisco y a las monjas que lo educaron haberlo convertido en el hombre que es hoy.

Sin embargo, cuando la Corte Suprema dictaminó en julio que las Hermanitas de la Caridad no podían ser obligadas, por un mandato de la Obamacare, 2 a suministrar anticonceptivos a sus empleadas, Biden describió esa decisión como “frustrante”.

Porque Joe ha evolucionado en el último medio siglo. Ahora es un “católico por el derecho a decidir”, que respalda el derecho de una mujer a practicarse un aborto y cree que los dólares de los contribuyentes católicos, sus correligionarios, deberían solventar los abortos de las mujeres que no pueden costeárselos. Este año cambió de posición y se pronunció en contra de la enmienda Hyde, que prohíbe el uso del dinero de los impuestos para pagar abortos.

¿Qué impulsó a Joe a desistir de su anterior apoyo a la enmienda Hyde? Sus oponentes en las primarias Elizabeth Warren y Kamala Harris lo habían castigado por esa causas, y Bernie Sanders le dio algunas lecciones sobre la nueva ley moral del Partido Demócrata. Dijo el socialista de Vermont: “No hay términos medios respecto de los derechos de las mujeres.” Tras ese coscorrón, Biden huyó de los términos medios y abrazó esos derechos por completo.

“Las circunstancias han cambiado”, dice Biden para explicar su voltereta.

El desplazamiento moral de Biden desde los demócratas por el derecho a la vida hacia los abortistas no pasó desapercibido en la Iglesia. Hace una década, cuando Biden todavía era senador, un obispo de Scranton que tenía a Joe en mente, declaró: “No voy a tolerar a ningún político que diga ser un católico fiel y no sea auténticamente pro vida. Ningún político católico que apoye la cultura de la muerte debería acercarse a la Sagrada Comunión.” Durante las primarias en Carolina del Sur, fray Robert Morey, de Florence, le negó a Biden la comunión con el argumento de que se había excomulgado a sí mismo al adoptar la posición que ha adoptado sobre la matanza del no nacido. “La Sagrada Comunión significa que somos uno con Dios, entre nosotros, y con la Iglesia”, dijo Morey. “Cualquier figura pública que abogue por el aborto se coloca al margen de las enseñanzas de la Iglesia.” Biden también apoya el restablecimiento de la financiación federal a Planned Parenthood, una institución dedicada a la práctica del aborto.

Y no sólo es en la cuestión de la vida donde Biden se ha tomado licencia de las enseñanzas de la Iglesia en la que fue criado. En 1994, Biden votó a favor de quitar la financiación federal a las escuelas que enseñaran la aceptación de la homosexualidad. En 1996, votó en defensa de la ley de matrimonio. Pero una vez convertido en vicepresidente en 2012, sin embargo, Biden fue incluso más allá que Barack Obama en el reclamo de que las uniones homosexuales obtengan la misma categoría legal y social que el matrimonio tradicional.

¿Había cambiado la verdad moral? ¿Habían cambiado las enseñanzas del catolicismo? No, el que había cambiado era Biden. El catecismo de la Iglesia Católica declara todavía que los “actos homosexuales” son “intrínsecamente inmorales y contrarios a la ley natural”, y describe las “inclinaciones homosexuales” como “objetivamente desordenadas”. Biden alguna vez creyó en estas cosas, o dijo que creía durante la mayor parte de su vida, porque así fue como hizo campaña en Delaware y así fue como votó en el Capitolio. Lo que ha cambiado es el Partido Demócrata que Biden ahora encabeza. Los preceptos de los LGBT dictan ahora la “verdad moral” del partido y la plataforma de Joe Biden, que ahora describe los derechos de los transgénero como “el tema de derechos civiles de nuestra época”.

Mientras Biden le da la espalda a las enseñanzas de la Iglesia en la que fue criado, la Iglesia misma suporta los ataques físicos de los mismos radicalizados que asedian a la sociedad civil. En Miami, una estatua de Cristo el Buen Pastor fue decapitada. A una estatua de la Santa Virgen de una iglesia de Boston le prendieron fuego, y otra fue profanada en Tennessee. En Denver, la decapitación cayó sobre una estatua de San Judas. Las estatuas que recuerdan a fray Junípero Serra, el sacerdote que fundó 17 misiones desde San Diego hasta San Francisco cuando California se encontraba bajo dominio hispano, han sufrido ataques constantes. En Saint Louis, una estatua ecuestre del rey santo Luis IX, el monarca francés que dio su nombre a la ciudad, y que condujo la sexta y la séptima cruzadas, está bajo constante amenaza. Los radicalizados piden incluso que se cambie el nombre de la ciudad.

Respecto del derecho a la vida, la posición sentada por la conferencia episcopal estadounidense es clara: “El dinero de los contribuyentes nunca debe financiar el aborto”. Esta postura moral inequívoca es públicamente repudiada y será rechazada, si es que gana las elecciones el 3 de noviembre, por el católico creyente y practicante Joe Biden. ¿Qué van a decir los obispos católicos de los Estados Unidos acerca de esta grave cuestion moral en juego en la elección inminente? ¿O es que se van a quedar callados?

* Ex asesor de los presidentes Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos en 1992 y 1996. Su último libro es Nixon’s White House wars: The battles that made and broke a president and divided America forever.

© Patrick J. Buchanan.
Versión castellana y notas © Gaucho Malo.

  1. Cada año, la Universidad de Notre Dame, una casa de estudios católica de South Bend, en Indiana, otorga su medalla Laetare a algún católico “cuyo talento haya ennoblecido las artes y las ciencias, ilustrado los ideales de la Iglesia y enriquecido la herencia de la humanidad.” Se anuncia el nombre del galardonado durante el domingo de laetare, cuarto de Cuaresma, llamado así por las primeras palabras del introito de la Misa, Laetare Jerusalem (Alégrate, Jerusalén). []
  2. Nombre popular, no exento de ironía, dado a la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible promulgada por el gobierno de Barack Obama en 2010. []

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