Por Pat Buchanan *
En una entrevista con Reuters, Dmitry Peskov, portavoz del presidente ruso Vladimir Putin desde hace décadas, hizo una oferta sorprendente. Moscú podría poner fin de inmediato a la guerra en Ucrania si se cumplieran cuatro condiciones: Ucrania debería cesar todas sus operaciones militares, reconocer a Crimea como parte de Rusia, aceptar la independencia de los enclaves separatistas de Lugansk y Donetsk, y comprometer constitucionalmente su “neutralidad”, lo que impediría a Ucrania incorporarse nunca a la OTAN. Si esto se cumpliera, dijo Peskov, la guerra “se detendría al instante.”
Como esto devolvería la situación en Ucrania al status quo ante que existía antes de que Putin ordenara la invasión, la oferta de Peskov no pareció creíble. Sin embargo, de acuerdo con el New York Times, el presidente de Ucrania Volodimir Zelensky “se mostró sorprendentemente receptivo a la idea”. Zelensky “dijo que ‘se había enfriado’ su interés por sumarse a la OTAN, con el argumento de que resultaba claro que la alianza occidental ‘no está preparada para aceptar a Ucrania’.” En cuanto a Lugansk, Donetsk y Crimea, dijo Zelensky, “podemos conversar y encontrar un entendimiento sobre cómo seguirán viviendo en el futuro esos territorios.”
El lunes, Ucrania y Rusia mantuvieron una cuarta sesión de conversaciones de paz, y desde ambas partes se escucharon expresiones de optimismo. El negociador ucranio Mijailo Podolyak aventuró que Rusia está comenzando a hablar constructivamente. “Yo creo que tendremos algunos resultados literalmente en cuestión de días.”
Sin embargo, los objetivos estratégicos de Rusia, tal como se manifiestan en el despliegue de su acción militar, parecen exceder en mucho la moderadas demandas de Peskov.
A tres semanas de iniciada la guerra, ¿cuáles parecen ser las metas de Rusia?
Primero, sitiar Kiev y derrocar el gobierno de Zelensky para reemplazarlo por un régimen clientelar ruso.
Segundo, dividir Ucrania siguiendo el curso del río Dnieper, que corta el país de norte a sur, y crear una Ucrania Oriental como estado prorruso.
Tercero, tomar y ocupar toda la costa del mar de Azov, para convertirlo en un lago ruso, y capturar toda la costa ucrania sobre el Mar Negro, desde el Donbass, a Mariúpol, Crimea, Jersón, Odesa y Transnitria, esta última una franja separatista de Moldavia ahora controlada por Moscú. Esto dejaría una Ucrania Occidental, mediterránea, y tapón entre las naciones de la OTAN Rumania, Hungría, Eslovaquia y Polonia, y una Ucrania Oriental apoyada por Rusia.
El Wall Street Journal dijo el lunes que si Rusia conseguía esos objetivos, ello sería equivalente a una victoria en la guerra de Putin: “Una Ucrania dividida en dos, con Rusia en control del este, y una Ucrania Occidental privada de costas podrá sonar como una victoria para Putin, especialmente si las sanciones se levantan en algún acuerdo para el cese del fuego”.
Con esta clase de paz en la mano, Putin podría advertir entonces a las naciones de la OTAN que si se les ocurriera atacar a Ucrania Oriental directamente, o indirectamente a través de insurgentes armados, afrontarían “consecuencias que jamás habrán visto”. Como ninguna nación de la OTAN arriesgó ir a la guerra para salvar a Georgia de Rusia en 2008, o para salvar a Ucrania de las amputaciones de Crimea y el Donbass en 2014, no es probable que la OTAN se arriesgue a una guerra con Rusia, y a una eventual tercera guerra mundial, si Rusia declara una tregua después de haber obtenido pleno control de la Ucrania oriental.
¿Cómo quedaría parado Occidente después de esto?
Los norteamericanos y los ingleses probablemente van a tratar a Putin como un paria, y nunca más van a volver a reunirse con él. Pero, ¿el presidente de Francia Emmanuel Macron y el canciller alemán Olaf Sholtz van a cortar toda comunicación con Rusia, cuando han estado hablando por teléfono con Putin casi a diario y visitando regularmente Moscú, incluso una vez desatada la guerra?
Si Rusia y Ucrania concertaran un cese del fuego y una tregua, ¿acaso la Unión Europea y las naciones europeas de la OTAN no se replegarían ellas mismas, antes que mantener luchando a la resistencia ucrania?
Si Kiev sucumbe a una estrategia rusa de asedio y estrangulación, capitulación y conquista, ¿cuánto demorarían las naciones de la Unión Europea en poner fin al aislamiento de Rusia e iniciar una nueva era de detente? ¿O acaso la continua existencia de un régimen encabezado por Putin va a significar una hostilidad permanente?
Tres años después de que Nikita Jruschov enviara los tanques soviéticos a Budapest para aplastar la revolución húngara de 1956, el premier soviético recorría la avenida Pennsylvania en un convertible descapotado junto a Dwight Eisenhower antes de pasar la noche en Blair House e iniciar una gira de 12 días como invitado del presidente de los Estados Unidos.
Hasta el momento, el ganador de esta guerra entre Rusia y Ucrania parece ser China. Dada la severidad de las sanciones estadounidenses y el ostracismo al que Occidente condenó a Rusia, China es la única nación y la única economía a la que Moscú puede acudir para compensar sus pérdidas. Si esta guerra continúa desarrollándose de un modo lento, doloroso y desagradable, China y Rusia probablemente van a trabar entre sí mejores relaciones que las que cualquiera de ellos mantiene con los Estados Unidos.
Pero, ¿cómo es que China, embarcada en un genocidio cultural contra su minoría uigur de 10 millones de personas, una persecución racial y étnica que incluye campos de reeducación, violaciones, abortos forzados y esterilizaciones, resulta ser un régimen moralmente superior al de Putin?
* Ex asesor de los presidentes Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos en 1992 y 1996. Su último libro es Nixon’s White House wars: The battles that made and broke a president and divided America forever.
© Patrick J. Buchanan.
Versión castellana y notas © Gaucho Malo.