No habrá una Segunda Guerra Fría

Por Pat Buchanan *

Al comenzar la conferencia de prensa conjunta con Vladimir Putin, el presidente Trump declaró que las relaciones entre los Estados Unidos y Rusia “nunca han sido tan malas”. Y enseguida agregó, con toda intención, que eso había cambiado “unas cuatro horas atrás”.

Y así fue, efectivamente.

Con sus declaraciones en Helsinki y en la cumbre de la OTAN en Bruselas, Trump marcó un cambio histórico en la política exterior de los Estados Unidos, capaz de determinar el futuro de esta nación y la suerte de su presidencia. Rechazó las premisas fundamentales de la política internacional norteamericana desde el fin de la Guerra Fría, y culpó de nuestras malas relaciones con Rusia no a Vladimir Putin, sino directamente al establishment estadounidense.

En un tweet anterior al encuentro, Trump responsabilizó a las élites ambos partidos. “Nuestra relación con Rusia NUNCA ha sido peor, gracias a muchos años de tontería y estupidez por parte de los Estados Unidos, y ahora, ¡la Cacería de la Bruja Manipuladora!”1 Trump repudió de ese modo las acciones y las agendas de los neocons 2 y sus aliados intervencionistas de izquierda, así como al archipiélago de laboratorios de ideas del Partido Belicista diseminados por todo Washington.

Al revisar la semana que pasó, desde Bruselas a Gran Bretaña y Helsinki, se advierte que el mensaje de Trump ha sido claro, conciso y contundente: la OTAN se ha vuelto obsoleta. Los aliados europeos se han beneficiado de la defensa estadounidense, al tiempo que acumulaban enormes superávit comerciales a nuestras expensas. Esos días han quedado atrás. Los europeos van a tener que dejar de robarnos mercados y comenzar a pagar por su propia defensa.

Y no va a haber una Segunda Guerra Fría.

No vamos a permitir que la anexión de Crimea por Putin, o su ayuda a los rebeldes prorrusos en Ucrania nos impida trabajar a favor de un reacercamiento y una colaboración con él, dice Trump. Vamos a negociar tratados de armas y vamos a resolver nuestras diferencias conversando, tal como Ronald Reagan lo hizo con Mijail Gorbachov.

Helsinki demostró que Trump hablaba en serio cuando declaró, reiteradamente: “La paz con Rusia es una cosa buena, no una cosa mala.”

Respecto de Siria, Trump indicó que él y Putin estan trabajando con Bibi Netanyahu, quien quiere ver a todas las fuerzas iraníes y a las milicias apoyadas por Irán lo más lejos posible de las Alturas del Golán. En cuanto a las tropas norteamericanas que se encuentran en Siria, Trump dice que volverán a casa cuando el ISIS haya sido aplastado, cosa que ya se ha logrado en un 98 por ciento.

Hay otro mensaje subyacente aquí: los Estados Unidos se van a retirar de las guerras ajenas, y procurarán evitar los compromisos en el exterior.

Tanto antes como después del encuentro Trump-Putin, la cobertura de las cadenas de cable fue tan hostil y llena de odio hacia el presidente como jamás ha visto este cronista. Tal vez la prensa no sea el “enemigo del pueblo” como dice Trump, pero gran parte de ella es un enemigo implacable del presidente.

Algunos esperaban que Trump emulara a Nikita Jruschov, quien en mayo de 1960 hizo fracasar la cumbre de Parìs por una fallida operación de inteligencia estadounidense: el avión espía U2 abatido sobre los Urales pocas semanas antes. Jruschov exigió que Ike 3 pidiera disculpas. Ike se negó, y Jruschov estalló. Una parte de la prensa parecía esperar esa clase de choque.

Cuando Trump habló de la “tontería y la estupidez” del establishment diplomático estadounidense que ayudó a forjar esta era de animosidad en las relaciones ruso-norteamericanas, ¿en qué habría estado pensando exactamente?

¿En la decisión norteamericana, provocadora si las hay, de extender la OTAN hasta las narices de Rusia tras el colapso de la URSS?

¿En la invasión norteamericana de Irak para despojar a Saddam Hussein de unas armas de destrucción masiva que no tenía, y que nos empantanó en las interminables guerras del medio oriente?

¿En el apoyo norteamericano a unos rebeldes sirios decididos a derrocar a Bashar al Assad, lo que llevó a la intervención del ISIS y a siete años de guerra civil con medio millón de muertos, una guerra en la que Putin finalmente intervino para salvar a su aliado sirio?

¿En la abrogación por parte de George W. Bush del tratado AMB suscripto por Richard Nixon 4, y su campaña por una defensa misilística que obligó a Putin a denunciar el tratado INF de Reagan 5 y volver a desplegar misiles de crucero para contrarrestarla?

¿En la complicidad norteamericana con el golpe de Kiev que derrocó al régimen prorruso electo, y obligó a Putin a capturar Crimea para preservar la base naval rusa de Sebastopol, en el Mar Negro?

Muchas de las decisiones de Putin que condenamos fueron reacciones a lo que hicimos nosotros.

Rusia se anexó Crimea sin derramar sangre. Los Estados Unidos bombardearon Serbia durante 78 días para forzar a Belgrado a entregar su provincia natal de Kosovo. ¿De qué modo esta acción fue más moral que lo que Putin hizo en Crimea?

Si la inteligencia militar rusa logró acceso a los mensajes de correo electrónico de la Convención Nacional Demócrata, y puso en evidencia la manera como había obrado en perjuicio de Bernie Sanders 6, Trump dice que nada tuvo que ver en ello. Después de dos años, ¿hay alguna prueba en contrario? Trump insiste en que la intromisión rusa no tuvo efecto alguno en el resultado de las elecciones del 2016, y no va a permitir que la obsesión de la prensa con el Rusiagate interfiera en el establecimiento de mejores relaciones.

El ex director de la CIA John Brennan se enfureció: “El comportamiento de Donald Trump en la conferencia de prensa de Helsinki fue una traición… Putin se lo metió en el bolsillo. Republicanos patriotas, ¿¿¿donde estáis???”

Bueno, como Patrick Henry dijo hace mucho tiempo, “Si esto es traición, ¡entonces saquémosle el jugo!”7

* Ex asesor de los presidentes Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos en 1992 y 1996. Su último libro es Nixon’s White House wars: The battles that made and broke a president and divided America forever.

© Patrick J. Buchanan.
Versión castellana y notas © Gaucho Malo.

  1. Alude al alegato demócrata de que la inteligencia rusa influyó en las elecciones de 2016 a favor de Trump y en contra de Hillary Clinton. []
  2. Conservadores procedentes de las filas del Partido Demócrata, el sionismo y la izquierda antistalinista. Tuvieron gran influencia en la política exterior de George W. Bush. []
  3. Apodo del presidente Dwight Eisenhower. []
  4. Tratado sobre misiles antibalísticos firmado en 1972 con el líder soviético Leonid Breshnev. []
  5. Tratado sobre armas nucleares de alcance corto e intermedio firmado en 1987 con Gorbachov. []
  6. Rival izquierdista de Hillary Clinton en las primarias. []
  7. Henry, uno de los patricios estadounidenses, respondió así cuando lo acusaron de traición por haber alegadamente pedido la muerte del rey británico Jorge III. []

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