Para frenar a la izquierda

Por Pat Buchanan *

“Magnánimos en la victoria, resistentes en la derrota…” Estos consejos sobre las vicisitudes humanas provienen de Winston Churchill. Y, dado todo lo que ha debido soportar a lo largo de cinco años de parte de los que ahora piadosamente proponen un “tiempo de sanación”, no se le puede reprochar al presidente Donald Trump su resistente decisión de sacar a la luz todos y cada uno de los pecados mortales y veniales cometidos en el escrutinio de los votos emitidos en la elección del martes pasado. Trump le debe esto a su pueblo, y nada le debe al establishment.

Sin embargo, al colocar aquí su prioridad, Trump debe tener presentes varias realidades. A partir de lo que hemos visto hasta ahora, no parece haber muchas posibilidades de revertir la decisión en los estados disputados de Wisconsin, Michigan, Pennsylvania, Nevada, Arizona o Georgia. Más bien parece seguro que la cantidad de votos que pueden pasar de Joe Biden a Trump no alcanzan para revertir su victoria electoral. Y Trump debe comprender que al alegar fraude, se obliga a sí mismo y a su equipo a suministrar las pruebas. En política, como en el poker, llega un momento en que hay que mostrar las cartas o resignar la mano. ¿Están las cartas?

Trump debe ser consciente, también, de que su reputación, las causas que ha defendido y el futuro de las dos cosas van a sufrir las consecuencias de su comportamiento ante lo que parece una derrota inevitable. En la elección de 1960 contra John Kennedy, Richard Nixon declinó cuestionar los resultados de Illinois, donde perdió por 9.000 votos, aunque los periodistas entonces y los historiadores después argumentaron que el estado le había sido casi seguramente robado en el condado de Cook. Nixon prefirió no cuestionar el escrutinio de Illinois. Entre las razones para no hacerlo estuvo el hecho de que, aun cuando hubiese tenido éxito, después de una contienda brutal como la de Bush-Gore en La Florida, y aún cuando Illinois hubiese quedado en su poder, no habría conseguido los 270 votos electorales necesarios para ganar. Nixon habría tenido que cuestionar también Texas y darlo vuelta.

Además, mientras Trump y su equipo dedican tiempo y recursos al recuento de votos en los estados disputados, una batalla crucial cobra fuerza en Georgia, donde lo que está en juego se ubica apenas un escalón por debajo de la presidencia. Minutos después de que Biden se declarara vencedor la semana pasada, el jefe del bloque minoritario en el Senado Chuck Schumer, declaró exultante: “Ahora conquistamos Georgia, y después cambiamos el mundo.”

Schumer se refería a las dos competencias por el Senado que se resolverán el 5 de enero, luego de que ninguno de los cuatro candidatos obtuviera en las elecciones del 3 de noviembre el 50% de los votos requerido por Georgia. El senador David Perdue recibió el 49.7% de los votos, insuficientes para que los republicanos mantuvieran el control del Senado hasta 2022. Perdue debe ir a una segunda vuelta contra Jon Ossoff, de 33 años. La otra disputa es entre la senadora Kelly Loeffler, aspirante a completar el mandato de Johnny Isakson, que abandonó el Senado en 2019 por razones de salud. Debe enfrentar al pastor negro Raphael Warnock.

¿Qué es lo que está en juego en esta segunda vuelta? Si Rossoff y Warmock ganan, los demócratas toman el control del Senado. Schumer será el nuevo jefe del bloque mayoritario, desplazando a Mitch McConnell. Y todas las votaciones que terminen en empate serán resueltas por la nueva presidente del Senado y vicepresidente Kamala Harris, a quien sus antecedentes legislativos muestran, hasta el 2020, como la integrante más radicalizada de todo el cuerpo.

¿Qué significaría todo esto? El 20 de enero, dentro de diez semanas, los demócratas tendrían bajo su control la cámara baja, presidida por Nancy Pelosi, el Senado con Schumer como líder de la mayoría, y la Casa Blanca con Joe Biden en la Oficina Oval. El único poder residual que les quedaría a los republicanos sería la obstrucción, el derecho a extender el debate, la capacidad de bloquear las propuestas radicalizadas de la nueva mayoría demócrata dominante en Washington hablando y hablando sin parar.

Para que el “Green New Deal” 1, el “Medicare para Todos” 2 y la reforma impositiva Biden-Bernie 3 pudiesen ser aprobados, para que el billonario salvataje de los estados demócratas como Illinois pudiese ser sancionado, para que la Corte Suprema pudiese ser reformada, habría que eliminar el obstruccionismo4 en el Senado.

Pero si eso ocurriera nos veríamos transportados de regreso a 1965, cuando Lyndon B. Johnson, dueño de mayorías con poder de veto en ambas cámaras, forzó la sanción de su Gran Sociedad 5, cuyo fracaso es hoy evidente en Detroit, San Luis, Filadelfia, Nueva York… y en nuestra pavorosa deuda nacional.

¿Están dispuestos los demócratas para dar un paso tan radicalizado? Por cierto que lo están. Hasta Barack Obama propone liquidar el obstruccionismo como una “reliquia de Jim Crow”. Los republicanos que creen que los demócratas no serían capaces de abolir el obstruccionismo para promover su agenda se engañan a sí mismos.

Sin embargo, todo lo que se necesita para frenar esta revolución radical en ciernes es que el GOP gane por lo menos una de las dos bancas senatoriales en juego en Georgia en las elecciones del 5 de enero. Si los demócratas pierden cualquiera de esas dos contiendas, la revolución de Bernie-BLM-antifa-AOC 6 puede terminar devorándose a sus hijos.

* Ex asesor de los presidentes Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos en 1992 y 1996. Su último libro es Nixon’s White House wars: The battles that made and broke a president and divided America forever.

© Patrick J. Buchanan.
Versión castellana y notas © Gaucho Malo.

  1. Paquete legislativo que combina medidas para reducir la desigualdad y para proteger el ambiente. []
  2. Plan de salud pública universal. []
  3. Promovida por Joe Biden y el líder izquierdista demócrata Bernie Sanders. []
  4. Filibuster, una práctica aceptada en las legislaturas norteamericanas. []
  5. Nombre de un ambicioso programa de asistencialismo social. []
  6. Alude a Bernie Sanders, el movimiento Black Lives Matter, los grupos de choque autodenomindos antifascistas, y la legisladora radicalizada Alexandria Ocasio-Cortez. []

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