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11 opiniones en “Elogio del nacionalismo”

  1. He tenido la suerte de viajar un poco por fuera del mundo occidental y he vivido casi un año en un país de Medio Oriente. He visto y escuchado a la gente del común y a los poderosos. Me ha quedado claro que según el origen y estatus social las ambiciones o deseos son similares a las del mundo occidental. Los pobres quieren progresar, mejorar su patrimonio, su lugar en la sociedad. Los poderosos y ricos muchos quieren conservar lo que tienen y otros piensan y actúan con generosidad y se interpelan sobre cómo mejorar la realidad de su país. No veo que el nacionalismo solucione los problemas de todos. Más bien genera sociedades rígidas, cerradas en si mismas, que dejan de apreciar lo que hay de humano en el que proviene de otro tiempo histórico, que de eso se trata la diferencia cultural. Globalismo debería significar reconocernos en el otro ser humano que vive transitoriamente en otro momento cultural. Si sus valores nos son intolerables deberíamos pensar en que hubo un tiempo en que fueron los valores de nuestros antepasados. La guerra surge de ese contacto entre tiempos diferentes. Es inevitable pero no deseable. Las fronteras no hacen más que azuzar la.

  2. Impecable Santiago, sigo todos tus escritos que emanan compromiso espiritual, patriotismo sentido y coherencia intelectual. Una fuerte brisa dentro de la débil tempestad que nos rige. Abrazo grande.

  3. Discrepo en la asociación Dios/Patria. Involucrar a Dios y a Jesucristo en esta cuestión no tiene nada que ver ni con la letra ni con el espíritu de Las Escrituras, La Biblia. Lejos están de promover el apego a la tierra cuando la verdadera patria y hogar están en el cielo. En el caso de Israel, se trata de un pueblo especialmente creado por Dios para servir de “trampolín” espiritual al resto de los hombres. Es el pueblo depositario de la Palabra de Dios del Viejo Testamento, y de una tierra donde habría de nacer el Mesías. No hay que confundir patriotismo con celo. Israel debía tener celo (cuidado especial) por ocupar esa tierra prometida y mostrarse agradecido y fiel al modo de vida ordenado por su Dios. Debía cuidar y cuidarse de la contaminación con los pueblos paganos de su interior y de alrededor. Ese celo es demostración de amor a Dios, no a la tierra en si misma. Cuando Cristo lloró por causa de Jerusalem, fue por el terrible deterioro espiritual que tenía, completamente alejados de Dios, y por las consecuencias de su desvarío. La cita completa del pasaje citado parcialmente es ésta:

    ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! (Lucas 13:34)
    «Al acercarse y ver la ciudad, lloró por ella diciendo: «¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz! Pero ahora ha quedado oculto a tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, en que tus enemigos te rodearán de empalizadas, te cercarán y te apretarán por todas partes, y te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos que estén dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has conocido el tiempo de tu visita.» Entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían, diciéndoles: «Está escrito: = Mi Casa será Casa de oración. ¡Pero vosotros la habéis hecho una cueva de bandidos!» (Lucas 19:41-46)

    1. Esta nota lee los textos bíblicos como documentos históricos, y no es su propósito interpretar su espíritu, que es asunto de teólogos. La nota dice que en ambos Testamentos hay testimonios de un sentimiento patriótico entendido como adhesión a un pueblo y una tierra e identificación con ellos y con su destino, lo cual queda de manifiesto en los mismos párrafos que usted cita.

      1. Si el texto bíblico tiene el mismo peso que los dichos de Horacio o de Cervantes, estamos en un problema (por lo menos, para los que nos decimos cristinos). El Autor de tales textos estaría tan muerto éstos últimos. Pero la Palabra de Dios es viva y su objetivo para el cual es emitida es abrir los ojos al lector (sea o no teólogo) sobre su situación ante el Creador. No hay en las Escrituras tal “arenga ni canto al patriotismo del pueblo de Dios” sino una apelación al celo con que debían comportarse frente al legado recibido de Él. Cristo lloró al ver la descomposición espiritual del pueblo y la pérdida de ese celo y temor de Dios.

  4. Notable excepción dentro del patético y ruin panorama periodístico nacional y extranjero.
    Felicitaciones.

  5. A “proyecto sugestivo de vida en común”, le agregaría: entre individuos que se conocen, y en un ambiente que se extraña.

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