- gaucho malo - https://gauchomalo.com.ar -

¿Quién quiere la guerra con Irán?

Por Pat Buchanan *

En vísperas de la Navidad, el presidente Donald Trump se ha beneficiado de algunas noticias sorprendentemente buenas y de algunas corrientes favorables. El domingo pasado, Vladimir Putin lo llamó para agradecerle, a él y a la CIA, por suministrar a Rusia información crítica que ayudó a abortar una conjura del ISIS para masacrar a los visitanes de la catedral de Kazan, en San Petersburgo. El lunes, unas encuestas mostraron a Trump en su mejor momento en varios meses. Las acciones ganaron 200 puntos tras la campana de apertura, anticipando la aprobación antes de Navidad de la ley impositiva republicana. El Dow sumó un record de 5.000 puntos en el primer año de Trump. Y la investigación del Rusiagate parece que rompió un eje. Aunque todavía no está probado, se han levantado acusaciones de que los sabuesos de Robert Mueller obtuvieron acceso a los correos electrónicos de la transición de Trump de manera ilegal. Esto podría poner en peligro los alegatos del equipo de Mueller, ya teñidos por probada malicia en contra del presidente. Recordemos: Daniel Ellsberg, que entregó los Papeles del Pentágono al New York Times, quedó en libertad tan pronto se supo que los “plomeros” de la Casa Blanca habían registrado la oficina de su psiquiatra.

En momentos en que los vientos soplan a favor de Trump, es necesario preguntarse:

¿Qué estaba haciendo la semana pasada la embajadora ante la ONU Nikki Haley en lo que parecía una reunión informativa prebélica celebrada en la base conjunta Anacostia-Bolling en Washington? Detrás de Haley asomaba una parte de lo que se dijo era un misil iraní disparado contra el Aeropuerto Internacional Rey Jalid en Riad. Aunque el cohete mostraba inscripciones iraníes, no fue lanzado desde Irán ni por los iraníes. Los rebeldes hutíes, que desde hace dos años son blanco de una guerra salvaje librada por los saudíes –empleando aviones, misiles, bombas y drones hechos en los Estados Unidos– dicen que lo dispararon contra el aeropuerto de Riad en represalia por lo que los saudies hicieron contra su pueblo y su país.

En tal caso, fue un legítimo acto de guerra.

A decir verdad, es tan grande el sufrimiento de los civiles yemenitas acosados por la falta de alimentos y medicamentos, y por la desnutrición y las enfermedades, que el propio Trump tuvo que decirle a los saudíes que aflojaran su bloqueo por aire, mar y tierra.

Como no hay prueba alguna respecto de cómo y cuándo los hutíes consiguieron ese misil, se plantea la pregunta: ¿Cuáles eran los motivos de Haley para atacar a Irán? ¿Se trató de una nueva campaña de propaganda destinada a conseguir apoyo para la próxima gran guerra de los Estados Unidos en el medio oriente? Hay razones para creerlo.

Dijo Haley: “Es difícil encontrar un conflicto o un grupo terrorista en el medio oriente que no tenga las huellas de Irán”. Pero resulta que Irán es chiíta, mientras que al-Qaeda, que derribó las torres gemelas con la ayuda de 15 ciudadanos saudíes, es sunita. Como también lo son el ISIS, Boko Haram en Nigeria, al-Shabab en Somalía, y la Jihad Islámica. La mayoría de los grupos terroristas islámicos son sunitas, no chiítas.

Y en cuanto a esos “conflictos” del medio oriente, ¿cuál fue iniciado por Irán?

Nosotros empezamos las guerras en Afganistán e Irak. La OTAN inició la guerra en Libia. Los Estados Unidos ayudaron a montar la horripilante guerra civil en Siria cuando decidieron armar a los “rebeldes”. Sólo cuando el presidente Bashar Assad pareció estar a punto de cae, Rusia e Irán se pusieron de su lado.

Y en cuanto a la “media luna chiíta”, que enlaza a Teherán, Bagdad, Damasco y Beirut, ¿quién la creó? El Irak de Saddam Hussein estaba dominado por los sunitas. Fueron los norteamericanos quienes lo derrocaron y llevaron el poder chiíta a Bagdad. En Siria, fueron los “rebeldes” apoyados por los Estados Unidos, y por los sunitas, aliados por momentos con al-Qaeda, los que atrajeron a Irán y las milicias chiítas para salvar a Assad. Y los israelíes ayudaron a crear el movimiento chiíta Hezbolá al invadir y ocupar el sur del Líbano en 1982. Como dijo con toda razón Yitzak Rabin: “Liberamos al genio chiíta”.

¿Vamos a embarcarnos ahora en una nueva guerra en el medio oriente, contra un enemigo más grande que cualquiera de los que hayamos enfrentado, para limpiar ese sangriento desastre en que convertimos la región con nuestras intervenciones militares previas?

Antes de ponernos en marcha, con Haley como bastonera en jefe, Trump debería considerar las consecuencias probables para su país, el medio oriente, y su propia presidencia.

Una guerra en el Golfo Pérsico haría saltar el precio del petróleo y desplomaría los mercados bursátiles, amén de alejarnos de nuestros principales aliados en Europa y Asia. El acuerdo Airbus-Boeing para vender a Irán 300 aviones comerciales estaría liquidado.

Si bien los Estados Unidos pueden prevalecer en la guerra aérea, naval y misilística, ¿de dónde saldrán las tropas necesarias para marchar sobre Teherán y “democratizar” a esa nación? ¿Acaso resultará más fácil tratar con un Irán bañado en sangre y sediento de revancha que con el que John Kerry negoció un acuerdo nuclear?

¿Se lanzará Hezbolá contra blancos estadounidenses más desprotegidos en Beirut? ¿Las milicias chiítas iraquíes irán por los norteamericanos en la Zona Verde? ¿Podrá la mayoría chiíta de Bahrein y el nordeste saudí rico en petróleo alzarse en armas y rebelarse?

¿Y quién podría ser nuestro gran aliado árabe en la lucha?

El nuevo amigo de Jared Kushner: un príncipe saudí de 32 años que se hizo famoso por desembolsar 500 millones de dólares en cada caso para la compra de un chateau cerca de Versailles, de un yate en la Riviera, y de una pintura de Leonardo da Vinci.

* Ex asesor de los presidentes Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos en 1992 y 1996.

© Patrick J. Buchanan.
Versión castellana © Gaucho Malo.