El progresismo en general y el kirchnerismo en particular nos han entrenado durante décadas en la creativa tarea de reescribir la historia. Ahora es algo que se practica con regularidad, en diferentes ámbitos pero con pareja intención: conseguir algún beneficio presente a partir de la conveniente reacomodación del pasado. Lo hacen los organismos de derechos humanos cuando cuentan la “guerra sucia”, lo hacen los mapuches cuando se describen como ancentrales habitantes de la Patagonia, lo hace Osvaldo Bayer con el “genocidio” del general Roca, lo hace la familia Kirchner con su militancia setentista. En fin, que cada uno la cuenta a su manera, y escribe su relato. Dentro de poco ya no vamos a estar seguros de nada. Todo esto viene a cuento de un zócalo que ví hace poco en un canal de la constelación televisible estatal: “Carlos Carabajal es considerado el padre de la chacarera”. ¿De ánde? Yo conocí la chacarera mucho antes de haber conocido a los Carabajal en cualquiera de sus manifestaciones, y la conocí de la voz y la música de los también santiagueños Hermanos Ábalos. Machingo, Vitillo, Adolfo, Machaco, Roberto Ábalos eran en mi memoria sinónimos de chacarera. ¿Podría estar tan equivocado? Como ya sé cuál es el instrumento favorito de los reescribidores de la historia, me fui derecho a la Wikipedia, y allí estaba: Carlos Carabajal (1929-2006) “conocido como el padre de la chacarera”. El anónimo redactor dice también que Carlos fue el quinto de los doce hijos de María Luisa Paz, “madre de la chacarera”. Antes de que el lector saque conclusiones equívocas quiero avisarle de que Carlos y su mamá fueron en todo caso padres adoptivos, porque la chacarera andaba bastante crecidita para cuando los Carabajales supuestamente se hicieron cargo de ella: hay testimonios de que ya se bailaba en Tucumán hacia 1850. ¿Y los hermanos Ábalos? Estos músicos iniciaron sus presentaciones, con chacareras incluidas, en 1939, cuando el “padre de la chacarera” tenía 10 años. Dudosa paternidad la suya, aun en sentido figurado. Los Ábalos fueron una familia de músicos, elegantes y refinados (como luego lo sería Ariel Ramírez), sobre todo Adolfo, que incorporó el piano a la música folklórica, fue autor de numerosas composiciones que forman hoy parte del repertorio tradicional del género, y además estudioso de la música popular argentina. Aunque los Ábalos siempre tuvieron un repertorio amplio, la alegre chacarera santiagueña nunca faltó en sus presentaciones. Los Carabajal llegaron mucho más tarde como para que se les pueda reconocer la paternidad que ahora se pretende, seguramente con propósitos promocionales. Carlos Carabajal y su hermano Augusto pusieron en marcha el Festival Nacional de la Chacarera que se celebra anualmente en su provincia, fueron sostenidos cultores del género e hicieron de él literalmente una empresa familiar. Los negocios son los negocios, pero la historia es la historia, y probablemente se parezca más a lo que dice Wikipedia en su artículo sobre la chacarera… en inglés (detalle que se le olvidó al reescribidor): “Si bien buena parte del repertorio de la chacarera puede remitirse a las partituras de Andrés Chazarreta, en la década de 1920, el estilo de chacarera contemporánea … quedó establecido con las grabaciones del conjunto Los Hermanos Ábalos en la década de 1950.” De los Carabajales, en esta genealogía, ni noticia. –S.G.