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Bibi acorrala a Biden

Por Pat Buchanan *

Si Israel estuvo tras el asesinato del más importante científico nuclear de Irán, como cree todo el mundo y no ha sido desmentido, entonces cabe preguntarse: ¿Por qué los israelíes querrían matarlo? ¿Y por qué ahora?

El científico, Mosén Fajrizadé, era conocido como uno de los directores del programa iraní para el desarrollo de una bomba nuclear, pero ese programa se discontinuó en 2003. En 2007, durante la presidencia de George W. Bush, las 17 agencias de inteligencia de los Estados Unidos declararon “con un alto grado de certidumbre” que Irán había abandonado el programa para desarrollar la bomba. Cuatro años después, las mismas agencias ratificaron ese convencimiento.

Desde 2015, en el marco del acuerdo nuclear con Irán, las instalaciones nucleares iraníes han estado sometidas a la vigilancia y las inspecciones de las Naciones Unidas. E Irán no ha producido ni plutonio ni uranio enriquecido al 90%, nivel necesario para emplearlo en una bomba. Israel afirma que Irán nunca dejó de trabajar en la bomba, pero las agencias de inteligencia de los Estados Unidos y los inspectores nucleares de las Naciones Unidas han coincidido en que el programa nuclear militar supervisado por Fajrizadé había sido cancelado en 2003.

Entonces, otra vez, ¿por qué el primer ministro Bibi Netanyahu autorizó al Mosad a despachar un equipo asesino a Irán para matar al científico nuclear? ¿Y por qué ahora? Si Irán efectivamente conduce un programa secreto para desarrollar una bomba en violación del acuerdo nuclear, ¿por qué no identificar el sitio de la violación, demandar su visita por los inspectores de la ONU, exponer la duplicidad de Irán ante el mundo, y liquidar el acuerdo? ¿Por qué matar al científico?

Desde el punto de vista de Netanyahu hay, sin embargo, muchos motivos para ordenar la muerte de Fajrizadé: humillar al régimen iraní; demostrar la capacidad del Mosad para matar impunemente a los enemigos de Israel; convencer a quienes trabajan en el programa nuclear de Irán de que las fuerzas de seguridad del régimen no pueden protegerlos.

Para los suníes y para los árabes del Golfo Pérsico que consideran a Irán como un rival y adversario sectario y estratégico, la capacidad de Israel para castigar a Irán y a sus milicias regionales con ataques reiterados que quedan sin respuesta la convierte en un socio y aliado mucho más deseable que nunca.

Pero con este ataque, Bibi le envió también un mensaje a Joe Biden, quien se encuentra a siete semanas de asumir la presidencia. ¿Cuál es ese mensaje?

Señor presidente electo: Esta operación del Mosad debería darle una idea de la importancia que asignamos a la determinación de Irán de desarrollar una bomba nuclear, y la amenaza existencial que representa para nosotros. Y estamos decididos a manejar esa amenaza más temprano que tarde. Y, si al asumir su cargo, usted tiene la intención de reincorporar a los Estados Unidos al acuerdo nuclear con Irán y levantar las sanciones si el país cumple con los términos de ese acuerdo, entonces no nos sentiremos limitados respecto de las acciones a tomar para evitar que eso ocurra. Así como el presidente Trump puso primero a los Estados Unidos, nosotros ponemos primero a Israel, e Irán encabeza la lista de amenazas que nos proponemos enfrentar, preferiblemente con ustedes pero, si es necesario, solos.

Desde el punto de vista de Bibi, el asesinato del máximo científico nuclear de Irán es pura ganancia. Sus escándalos personales quedan eclipsados y pasan a un segundo plano. Los israelíes lo ven como un hombre de acción y decidido protector de la nación contra su mayor amenaza. Si Irán responde el asesinato con un contragolpe, podría desencadenar una represalia israelí, una escalada y una guerra. Esto convertiría a Bibi en un primer ministro de guerra como Winston Churchill y haría realidad su sueño de que los Estados Unidos empleen a fondo su poder aéreo, naval y misilístico para asestar un golpe devastador a los militares iraníes y el régimen del ayatolá.

Por el contrario, el asesinato de Fajrizadé y la decisión iraní de tomar represalias complica, si no bloquea, el camino de Biden para reincorporarse al acuerdo nuclear y reconciliarse con Irán.

Si el asesinato desata una guerra, Teherán sabe que existe la posibilidad real de que los Estados Unidos se alineen con Israel, ya que Donald Trump detesta el régimen iraní tanto como Netanyahu. Y si los “moderados” de Teherán se abstienen de salvar el honor nacional y no toman represalias contra Israel, eso podría anticipar un triunfo de la línea dura en las elecciones de este año. El regreso de los duros podría significar un colapso total del acuerdo nuclear y una nueva guerra fría que enventualmente conduzca a la guerra caliente que los halcones del Medio Oriente -en Irán, en Israel y en los Estados Unidos- desean desde hace tiempo.

Como Trump mostró con el asesinato del general Qasem Soleimani en su auto cuando salía del aeropuerto de Bagdad, no es alguien que rehúya la acción directa contra los que percibe como enemigos. La semana pasada, los Estados Unidos despacharon dos B-52 hacia el Medio Oriente. La flota encabezada por el portaaviones USS Nimitz comenzó a desplazarse desde el Océano Índico hacia el Golfo Pérsico. Cuatro días antes del ataque contra el científico iraní, Netanyahu se reunió secretamente en una ciudad portuaria del Mar Rojo con el príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman y con el secretario de estado Mike Pompeo. ¿Los israelíes le avisaron a Pompeo sobre lo que se proponían hacer? ¿Los Estados Unidos supieron del asesinato? ¿Lo aprobaron? ¿No lo objetaron? ¿Acaso los estadounidenses quieren esta guerra que hoy parece más cercana?


* Ex asesor de los presidentes Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos en 1992 y 1996. Su último libro es Nixon’s White House wars: The battles that made and broke a president and divided America forever.

© Patrick J. Buchanan.
Versión castellana y notas © Gaucho Malo.